En Chinchiná, el viernes antepasado se inauguró la última escultura de Alberto Reyes, escultor que en Manizales tiene varias obras que hacen parte del paisaje urbano como „Desde Chipre“ aquella del hombre con el perro en la ventana“ en la Avenida 12 de Octubre.
La obra es una iguana metálica de 3 metros de altura que baja de una de las bellas ceibas de la Plaza de Bolívar. Es muy difícil ubicar alguien que trabaje con la plasticidad que moldea el hierro el maestro Reyes. Su trabajo realista capta detalles anatómicos que se convierten en metáfora al ser plasmados en un material tan inusual en el arte como el hierro.
Me llama la atención como la figura animal se ha posesionado en el „arte urbano“. Tenemos los pájaros de Vélez Correa; el maestro Guillermo Vallejo colocó hace poco otra ave en lo que era el Hospital Universitario y ahora aparece esta gran iguana. Le pregunté al maestro Reyes acerca del porqué tanta figura animal y tan poca figura humana; me indicó que hay una tendencia en resaltar la naturaleza que corresponde a una conciencia animalista. Preguntándole a otra artista plástica, Luisa Ríos, ella me decía que los animales igualmente existen en las ciudades y tratan de sobrevivir y que son habitantes con sentimientos y necesidades como los seres humanos, así que su lugar en el arte y en la urbe, era „natural“. Me llevo la impresión después de oír estos comentarios que el hombre siente pena, prefiere no dar la „cara“ y le cede el puesto al animal en forma de penitencia o reividicación. Se me ocurre que el hombre esta proyectando su conflicto en el animal viendo en él la solución a su soledad e incomprensión. No cabe duda que existe maltrato animal y que es un delito, ¿pero no deberían estar los artistas animalistas tranquilos porque precisamente ellos son los que no le doblan una alita a una mosca y son los otros, como los taurinos, los que incurren en esas prácticas? Ningún animal los puede señalar con vengativo dedo. Ese reinado de lo animal a mi no me cuadra. ¿Cuántas librerías o museos posée Manizales? y son más de 215 los almacenes que tiene la ciudad donde se pueden comprar artículos para que el hombre gratifique a su mascota. Se me hace sospechoso es animalismo „plástico“ que pretende prohibir los toros alegando que en un país como Colombia se debería buscar la paz y superar espectáculos que vinculen sangre en su desarrollo. Pienso que en ese orden de ideas se debería prohibir el fútbol porque a ese espectáculo los hinchas, no todos, van armados, dispuestos a perturbar cualquier tipo de paz, mas interesados en derramar sangre que en el rendimiento deportivo de los equipos enfrentados. Sobresale esa incoherencia, típica de nuestra gente, tan vehemente y tan poco analítica.
El maestro Reyes es ambientalista, pero de vieja data, no recién convertido. Su gran obra „Desde Chipre“ resalta al perro, tipificado como el mejor amigo del hombre que en la obra mira concentrado el horizonte que se abre hacia occidente. Su otra obra representa a una niña haciendo „Malabares“, que es el nombre de la obra, y es de orden humanista porque representa el equilibrio, una de las metas indispensable para que el hombre logre la felicidad. Pienso que la relación que plasma el maestro entre hombre y animal es la natural porque no tiene cargas negativas. Él no se siente en deuda con el animal. El protege a la iguana y la admira captando su belleza, y no pretende invertir el orden de la creación, porque solo el hombre es la solución del hombre. Artistas como Reyes aportan a modificar el mundo, que realmente requiere un cambio drástico, porque se inspira en lo bello y lo grande. Su corazón comunica amor y busca armonía, fluyen en él fuerzas que trasforman y no violentan como ese otro segmento de animalistas que en lo estrafalario ven el vehículo para desfogar su sensación de haber perdido su lugar en el planeta como seres humanos.
Acertó Chinchiná en buscar a Reyes para que engalanara su plaza principal y así mostrar otro aspecto superlativo de ese portentoso pueblo caldense.