A año y medio de las próximas elecciones presidenciales en Colombia ya empieza a verse el movimiento de quienes quieren ser candidatos, y hasta presidentes. Son tantos que sería imposible nombrarlos a todos en una columna, faltaría espacio. Hace poco César Caballero, el director de la firma encuestadora Cifras y Conceptos, contó que en reciente artículo había mencionado 55 candidatos, y que no solo ninguno lo había desmentido, sino que 5 más lo habían llamado reclamando su exclusión del listado. Entonces tenemos 60 precandidatos. Y falta un buen número, aquellos que saldrán en estos 6 meses por venir. Pero el tema no es para espabilarse, hace parte de la misma historia de siempre, y de la falta de seriedad y la liviandad con que se aborda un tema tan serio: definir quién regirá los destinos del país. Ejemplos de la falta del decoro en candidaturas: Vicky Dávila, Abelardo de la Espriella, Verónica Alcocer, Daniel Quintero, Gabriel Gilinski.
Lo primero, y más importante, que hay que destacar es que habrá elecciones en 2026. Esto nunca lo puse en duda, incluso desde antes de que Petro iniciara su Gobierno. Y no precisamente porque Petro no quisiera quedarse más tiempo, sino porque ni su fuerza política, ni la arquitectura institucional del país cumplían las condiciones para un alargue, cosa que sí sucedió con Uribe, que casi le alcanza para tres períodos. Una mayoría abrumadora en el Congreso, una favorabilidad incontrastable en la opinión ciudadana, y una capacidad mayor de influir en la Corte Constitucional le hubieran permitido a Petro plantear su reelección con más fuerza. Pero nunca contó con estos activos, no los pudo construir. La realidad política e institucional de Colombia le impidieron al presidente embarcarse en la batalla por la reelección; y por qué no decirlo, el fantasma de Uribe, de su reelección e intento de eternizarse en el cargo, ayudaron a que una idea así no tomara fuerza en este cuatrienio.
Más allá de los nombres, la gran pregunta es, ¿cuál tendencia política prevalecerá en 2026? Ninguna está desahuciada desde ya: La izquierda, a pesar del Gobierno errático de Petro, cuenta con una fuerza que no se debe desestimar, aunque la tiene cuesta arriba para lograr en una segunda vuelta conservar el poder. Petro mantiene una favorabilidad del 30%, pero la resistencia hacia su persona y su fuerza política es muy alta, siempre por encima del 60%. Y las condiciones excepcionales que tuvo para ganar en 2022 ya no son posibles.
Los últimos sondeos, para sorpresa, muestran al centro liderando las simpatías de los encuestados respecto a los candidatos de 2026. Los nombres de Juan Manuel Galán, Sergio Fajardo y Claudia López encabezan algunas mediciones. Hay que seguirle la pista a esta tendencia. De consolidarse, mostraría que los votantes reprobaron este primer gobierno de izquierda, principalmente por la figura de su timonel, y que la perspectiva de tener un gobierno de extrema derecha no gusta y hasta asusta. El reto del centro es no cometer las decenas de errores, torpezas en que cayeron en 2018 y 2022. El centro puede ofrecer las necesarias reformas que el país demanda y la estabilidad que evite el vértigo que ha producido Petro.