George Conway es un respetado abogado conservador estadounidense, fundador del Proyecto Lincoln, una organización de republicanos y conservadores de Estados Unidos opuestos a Trump. Conway abandera una campaña para hacer evidente y pública la enfermedad mental de Trump. Lo describe como un sociópata narcisista que solo vela por su interés e incapaz de tener empatía o compasión por otras personas. Conway acude a la descripción médica de los términos que usa y los incontables ejemplos de conductas del expresidente que demuestran su patología. La sociopatía es una enfermedad mental en la cual una persona no demuestra discernimiento entre el bien y el mal e ignora los derechos y sentimientos de los demás. Sus afirmaciones las consultó con muchos psiquiatras que, detrás de cámaras, confirmaron el diagnóstico. Dice Conway del expresidente: “su mente está frita y está próximo a la ilusión y el delirio psicótico”.

El General John Kelly fue jefe de gabinete de Trump en la Casa Blanca. Hace poco menos de un año reveló públicamente lo que fue trabajar con el expresidente. Lo cataloga como un hipócrita, experto en dividir y despreciar a la gente, y que no tiene ningún respeto por la Constitución y el Estado de Derecho. En particular, el general Kelly se sintió indignado por la manera en que Trump despreciaba a los veteranos caídos en combate o heridos, llegando al punto de pedir que en los desfiles militares a los que asistiera no hubiera excombatientes amputados, pues le molestaban. A todos estos soldados los llamaba perdedores y cobardes. Al contemplar una segunda presidencia de Trump, Kelly ha exclamado ¡que Dios nos ayude!

Por su parte John Bolton, reconocido por ser un ‘halcón’, un republicano de línea dura y quien fue asesor de seguridad de Trump en la presidencia, confirmó las afirmaciones del general Kelly y se ha manifestado ‘horrorizado’ ante la posibilidad de que Trump vuelva a la Casa Blanca. Bolton afirma no tener ninguna simpatía por los demócratas, pero ve en Trump un peligro enorme para Estados Unidos, alguien que ve con buenos ojos a autócratas y tiranos asesinos.

Trump siempre ha sido el mismo truhan, viviendo de engaños, mentiras y ‘tumbis’. Todavía resuenan las voces desesperadas de todos aquellos que defraudó con su hotel casino Taj Mahjal en Atlantic City, empezando por su exesposa Ivana, y seguido por decenas de proveedores, inversionistas y miles de accionistas; todos estos fueron a la quiebra por la perversidad de Trump. A lo que hay que sumar sus defraudaciones al fisco, el abuso y violación de mujeres y la cereza del pastel: su condena por 34 cargos penales en el caso de Stormy Daniels.

Por el otro lado está Kamala Harris, quien durante toda su vida profesional ha servido como funcionaria pública, mayormente como fiscal, luego senadora y ahora vicepresidenta. Sin un solo escándalo, con un trabajo decente como carta de presentación. La reciente Convención Demócrata recogió los mejores argumentos, los más sensatos y razonables, para apuntalar su candidatura a la presidencia de Estados Unidos.

Por el bien del mundo entero, esperemos que Kamala Harris sea la próxima presidenta de Estados Unidos.