En la historia reciente del país no hay antecedentes de gobiernos con menos éxito legislativo. A estas alturas del partido, el único logro sustancial es una tributaria que se despedaza en cada sentencia judicial. El quijotesco esfuerzo de la reforma a la salud solo ha hecho daño, el Gobierno aún ganando, pierde. Todas las voces moderadas socialdemócratas salieron, para depender de un equipo de izquierda con limitada experiencia. A pesar de este sacrificio, nunca hubo un vocero que explicara a los colombianos cómo se benefician de la reforma. Lo más absurdo es que el proceso ha sido tan accidentado que probablemente se caiga la totalidad de la iniciativa por vicios de trámite.
Se perdió una oportunidad para tener una conversación sobre temas fundamentales de la salud. No se está discutiendo la integración vertical, no se fortalece el control de precios de medicamentos, no se creó un control de precios de procedimientos, no se diferencian esquemas en el territorio, ni se implementan estándares de calidad. El giro directo, que creamos en 2014, se fortalece, pero podían lograrse sin el caos que se está creando. Lo sustancial no se aborda o queda sujeto a reglamentación.
Entendiendo que la puesta en escena del sector salud es difícil de entender para los que no siguen el sector, ningún vocero explicó qué quiere Minsalud. Solo parece un afán de acabar con el aseguramiento para dar un paso hacia la estatización del sector, llamar la salud “paramilitar” destruye el debate. Nadie entiende para qué destruir la meritocracia en el sector. Es probable que desde que empezó la conversación, el Gobierno no haya sumado un aliado ni en el congreso ni en la opinión pública. Desde la sentencia T-760 que declara la salud como un derecho fundamental, las reformas estructurales del sector deben ir por la comisión primera, pero la falta de votos hizo que la reforma fuera por la séptima. Tampoco se presentaron razones de fondo para acumular todos los proyectos de ley de salud. En varias ocasiones durante su trámite, se interrumpieron irregularmente votaciones, violando la Ley 5. De la misma manera, se han hecho anuncios extemporáneos una vez levantadas las sesiones.
Además, las diferentes facultades extraordinarias y artículos estatutarios, se han votado sin las mayorías requeridas. Si la Corte Constitucional sigue con su jurisprudencia de vicios de trámites, el proyecto ya está muerto. Mucho esperó la izquierda colombiana para llegar al poder, la agenda de reformas es pobre. Revivir las ideas económicas de los años 70 les gustará a algunos, pero no es la respuesta para resolver los problemas del siglo XXI. Después de la troika de reformas pensionales, laborales y salud esperamos que finalmente venga algo innovador. Al perseguir con tanta intensidad legislativa y administrativa los privados en salud, es probable que el gobierno logre quebrarlos, pero nadie les va a otorgar eso como una justificación para reformar el sistema. Más bien deberían resolver el “peaje” del Invima que tiene a Colombia con escasez de medicamentos y sin la capacidad de ampliar la producción nacional. Las primeras legislaturas son las más fáciles, lástima que de esta no está quedando nada, lo que viene es mucho más duro. Aunque gane un pulso político, el Gobierno ya perdió.