Se tiene que conocer mucha filigrana de política regional para desglosar los resultados de quién ganó y quién perdió en el marasmo de coaliciones políticas. Difícil entender cómo les fue a los partidos detrás de coaliciones como Quinchía Avanza o Compromiso por Belén, dado que hay dinámicas únicas en cada municipio. Lo que sí quedó claro, es una insatisfacción profunda sobre la actual dirección del país. Los esfuerzos de la maquinaria estatal de desviar candidaturas contrarias al Gobierno, fracasó. Sería útil para el Gobierno nacional, actualmente compuesto solo de dirigentes de izquierda, trabajar constructivamente con los nuevos mandatarios. Por lo menos, muchos de ellos serían capaces de ejecutar los billones de pesos de presupuesto durmiendo en cuentas bancarias.
Al limpiar los resultados electorales territoriales con las votaciones puras de las corporaciones públicas, ya es más claro el panorama de los partidos. En lo regional la mayor votación fue Liberal (2.430.000 a concejo), seguida de la Conservadora (1.900.000 a concejo) un resultado similar arroja las cifras de asamblea. Esto sin tener en cuenta que muchos de los congresistas de estos partidos avalan gente de otros movimientos, porque no caben en sus listas.
Esta situación también ocurre en elecciones unipersonales, donde muchas veces más de un liberal o conservador aspira, pero al existir solo un aval y una lista, muchos optan por inscribirse por otra colectividad. El alto costo de las consultas hace casi inviable la democracia interna y, de lograrse esta, los medios de comunicación crucifican a los candidatos que participan. El resultado acaba siendo el camuflaje en otras personerías, para después votar al Congreso por estos congresistas. Un fenómeno facilitado por recientes fallos, los cuales duplicaron el número de partidos.
Esta realidad debería conducir a una reforma política que reconozca los matices ideológicos al interior de los partidos. Nadie debería tener que irse de su partido simplemente por mecánica electoral. Los partidos deberían poder conformar varias listas para las elecciones, incluyendo las unipersonales. En el caso Liberal podría haber una “social democrática”, pero al mismo tiempo una “libertaria.” En el Conservador una del “social conservatismo” y otra de “Salvación Nacional.” En la izquierda un esfuerzo como este se hizo con éxito para el congreso en el Pacto Histórico, pero las reglas electorales lo destruyeron en regionales. Hay un valor inmenso de voces independientes, pero cuando el coctel de apoyos es tan diverso que los candidatos son todo a la vez, pierde la democracia. Mayor claridad ideológica crea más responsabilidad política para los candidatos con sus electores.
Tanta incertidumbre que se vive en la conversación nacional llevó a que muchos votaran por certezas en lo local, personas que ya habían ejercido el cargo o tenían múltiples aspiraciones. Le haría mucho bien al Gobierno no enfrascarse en luchas conceptuales, si busca tener resultados en lo social. El mensaje del Gobierno de sectarismo, de primero reunirse con los que votaron con el Pacto Histórico, no es positivo. Al siguiente día del resultado el peso se revaluó, ojalá alguien en el Gobierno hable con la gran mayoría del país, aunque esta opine diferente.