Más allá de los temas partidistas, el liberalismo tiene como un precepto central el respeto de las ideas ajenas. El derecho al disenso y escepticismo del poder marcan las personas de pensamiento liberal. La incomodidad del pensamiento diferente es fundamental en la búsqueda de la verdad. Por eso, la intolerancia de sectores de izquierda, que encuentran permanente ofensa en pensamientos contrarios, pero que vienen ganando influencia en el Gobierno, limita la posibilidad de un acuerdo nacional. La dificultad aumenta sustancialmente si por sectarismo se vetan personas coincidentes en ideología, pero libres en criterio. Para la izquierda iliberal, solo la lealtad al gobierno sirve. Fue esta la advertencia de Darío Echandía a los liberales, inclusive por ser un hombre libre, el partido comunista no apoyó a Gaitán.
Es normal que cada torero traiga su cuadrilla, un nuevo gobierno trae nuevos funcionarios. En este caso, no ingresó ningún ministro que no haya votado por Petro, aunque sea en segunda vuelta. En entidades jurídica e históricamente apolíticas, como son las fuerzas militares, la masacre laboral se extendió hasta 50 altos mandos. La “colaboración” como un mecanismo de servicio a la patria no funcionó. Personas como Alejandro Gaviria, Cecilia López y José Antonio Ocampo, que pensaron posibles los acuerdos intermedios, rápidamente fueron acusados de traidores y de “neoliberales”.
El más reciente ejemplo de este talante lo vimos en la elección de rector de la Universidad Nacional, donde a pesar que la Ley 30 establece la independencia universitaria, se quiere imponer línea política del Gobierno. Mineducación se dedicó a imponer su rector de bolsillo con las documentadas irregularidades de la sesión extraordinaria, pero no lo hizo por ser de derecha o por ser incompetente, sino por no hacer caso. El punto no es que sea ilegal, sino que es iliberal.
Caso parecido es lo que viene ocurriendo con una de las principales instituciones del país, la Federación Nacional de Cafeteros. En esta elección, el Gobierno tiene la mitad de los votos. Con el apoyo de Minhacienda eligieron a Germán Bahamón, si era el mejor candidato o no habrá diversas opiniones; el hecho es que, una vez elegido, ese es. La amenaza que no se va a trabajar con los cafeteros de Colombia si no eligen un gerente afín al Gobierno es antidemocrática en espíritu. Igualmente lo son las demandas electorales de Minambiente contra los directores de corporaciones autónomas de otras líneas de pensamiento. Nada de esto es ilegal, nuevamente es iliberal. Los amigos del Gobierno dirán que muchos gremios nombraron a amigos de Santos o de Uribe, ahora es el turno de ellos. No sería la primera vez que grupos económicos complacen al Gobierno con tal de ganar influencia, pero lo que ocurre es diferente. Las intervenciones del reciente sancionado, Luis Guillermo Pérez, contra cajas de compensación desde la Superintendencia de Subsidio Familiar tienen tufillo de política. Tocará esperar las investigaciones para saber si hubo sustento técnico en las intervenciones de salud. Esta actitud genera miedo, difícil en estas condiciones lograr un acuerdo nacional. Hay que recordar que en dos meses llegamos a mitad de periodo presidencial, de ahí en adelante empieza a estar el sol a las espaldas.