En el año 1945 un grupo de jóvenes militares y civiles venezolanos organizaron un golpe militar contra el general Medina Angarita. ¡La democracia en Venezuela llegó con un golpe de estado! El partido emergente fue Acción Democrática (AD), un partido socialdemócrata de raigambre popular dirigido por el abogado y prolífico escritor Rómulo Betancourt, quien había estado en Bogotá el 9 de abril de 1948. Un líder carismático y de grandes discursos. En 1947 ganó las elecciones el afamado escritor Rómulo Gallegos, reconocido por su novela sobre los llanos de Venezuela, Doña Barbara, la cual estaría a la par de La Vorágine. En un breve tiempo, se sanciona una constitución democrática y la elección directa universal. Gallegos sanciona la Ley de Reforma Agraria y se sientan las bases de un estado moderno con una gran base pública. Todo ello sin la violencia y sangre que cubrió a Colombia desde el 9 de abril de 1948. Además de Betancourt, la otra figura política que emergió fue el abogado, intelectual y experto en Andrés Bello, Rafael Caldera, líder del partido socialcristiano, el cual se fundó como partido político en marzo de 1948. Los partidos políticos del siglo XX venezolano nacieron en la mitad de ese siglo, sin sectarismos y sin los lastres del conservatismo católico colombiano, el cual hizo del debate político una tragedia sectaria y sangrienta.
A finales de 1948, cuando Gallegos sancionó la Ley fifty-fifty -que exigía que las ganancias petroleras fueran distribuidas 50%-50% entre las empresas petroleras norteamericanas y el Estado-, el teniente Marco Pérez Jiménez dio un nuevo golpe de estado. A pesar de la dictadura, el liderazgo popular de Betancourt, de Caldera, de Jóvito Villalba y de la izquierda se fortaleció hasta llegar nuevamente a la democracia en 1958.
Cuarenta años de democracia sin violencia fueron carcomidas por la altísima corrupción de AD y Copei, y del crecimiento de la pobreza urbana y la incapacidad de hacer reformas sociales. El resultado fue el sacudón callejero de 1989, el Caracazo, en el que los pobres de los barrios se volcaron a asaltar los supermercados y el comercio. Y no gobernaba aún el chavismo.
Hugo Chávez fue el fruto de este descontento y protestas callejeras, unas siete mil cambiaron por décadas la conducta sociopolítica venezolana. La popularidad de Chávez hundió el sistema político y la oposición se quedó sin liderazgos. En un país en el que los venezolanos aman las elecciones presidenciales, Guaidó se autoproclamó presidente (obviamente no tenía actas y los medios de comunicación aún no se la han solicitado). No era un líder popular en la tradición política popular ni un intelectual capaz de transformar la conducta política del venezolano. Era una caricatura como Leopoldo López y Capriles, ni qué decir del extraviado Edmundo González, que no lograron encajar en una sociedad dividida. Los medios de comunicación internacionales están rápidamente fabricando a María Corina Machado como lo que tampoco es: una líder popular capaz de unir el país.