Los agricultores colombianos están preocupados por el proyecto de reforma tributaria llevado al Congreso por el gobierno del presidente Gustavo Petro. Tienen razón en estarlo, ya que la eliminación de exenciones los toca de manera directa y les resta competitividad. Así lo hicieron patente en un reciente encuentro de la ciudad en el que el presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), Jorge Enrique Bedoya, se reunió con unos 40 cafeteros, citricultores, aguacateros, paneleros y ganaderos de Caldas.
Además del problema de las exenciones, que haría encarecer la mano de obra en el campo, al gremio agropecuario le preocupan varios temas de la reforma, como el incremento del impuesto por ganancias ocasionales, el impuesto a los dividendos, la eliminación de la destinación específica a la sobretasa cobrada a los bancos (actualmente va a las vías terciarias) y el impuesto al plástico de un solo uso, que para el caso de los paneleros es un asunto crítico.
Así mismo, de manera adicional al encarecimiento de la mano de obra, en el caso concreto de los cafeteros se está viviendo una escasez significativa de recolectores en esta época de cosecha, aunque la falta de trabajadores en el campo colombiano y caldense es general, y eso tiene repercusiones negativas para todo el sector. Otro asunto que encarece los costos para los empresarios agropecuarios es, en buena medida, el alto precio del dólar que afecta a muchos insumos, por ser gran parte de ellos importados.
Es el caso de los fertilizantes que, además, se han visto afectados por los altos precios del petróleo y la guerra en Ucrania. Si tomamos en cuenta que la materia prima para la producción de fertilizantes es ese hidrocarburo, las expectativas acerca de una posible baja en los precios y mejores condiciones para los agricultores son bastante remotas, y por ello es importante que ahora el Gobierno Nacional diga que se tendrán subsidios para esos insumos, los cuales son vitales para la productividad en el campo y la buena calidad de los productos. Un punto que genera expectativas en ese sentido es la definición del futuro de Monómeros, filial de la venezolana Pdvsa en Colombia.
También desde el Ejecutivo deben analizarse las consecuencias de una mala decisión tras la discusión de la reforma tributaria, en la que no deberían quitarse los estímulos a la contratación de mano de obra (el costo presunto de ese ítem), que en el campo y, específicamente, en la caficultura, constituye un 40% de los costos totales de producción. Sin esa exención, en lugar de soluciones para el campo se estarían sumando nuevos y graves problemas.
Por el contrario, lo que se necesita para ese sector es que el Estado brinde la infraestructura que lo haga competitivo, con mejores conexiones a internet, con el fomento de regreso al campo y ayudando a que los jóvenes que nacen en las áreas rurales puedan tener un buen proyecto de vida ligado a las labores agropecuarias. Hay mucho por hacer a favor del campo, y lo estipulado en la reforma tributaria en lugar de ayudar, obstaculiza la posibilidad de que ese sector pueda salir adelante.