Esta semana se cumplieron dos años del comienzo de la cuarentena total adoptada en Colombia para enfrentar la pandemia de la covid-19, la cual había llegado al país dos meses después de haberse descubierto el primer brote en Wuhan, China. El coronavirus inicial ya había hecho estragos en ese país asiático y causaba alarma en Europa y otras partes del planeta y se temía que las escenas de personas que enfermaban y poco después morían asfixiadas, pese a los esfuerzos médicos, ocurrieran en nuestro país.
Todos quedamos encerrados el 24 de marzo a las 23:59 horas del 2020, en un confinamiento preventivo que se usó para preparar el sistema de salud para enfrentar de buena manera el desafío del crecimiento de contagios y el necesario traslado de miles de personas a unidades de cuidado intensivo. Esa decisión ayudó, ciertamente, a fortalecer las instalaciones médicas, pero también representó enormes sacrificios económicos que se vieron reflejados en cierres de empresas y pérdida de cientos de miles de empleos.
En estos puntos, hay que reconocer que hoy tenemos un sistema de salud más fuerte que hace dos años, aunque todavía los problemas de enormes deudas de EPS a clínicas y hospitales persisten, y las fallas estructurales que lo hacen vulnerable necesitan aún remedios para aplicar. En cuanto a la economía, se avanza en la reactivación, y es justo reconocer que Colombia está en mejores condiciones que otros países que no lograron reaccionar a tiempo hacia la recuperación.
En esto, los innegables avances en vacunación y su buen manejo por el Gobierno Nacional se ven reflejados en condiciones bastante buenas para recuperar lo perdido. Ya se habla, incluso, de avanzar en los refuerzos, lo que dará mayor confianza al sistema productivo para mantenerse firme en el camino hacia la superación de las dificultades generadas por la pandemia.
En lo que hay afectaciones serias que todavía requerirán mucho tiempo y decisiones acertadas para recuperar lo perdido y ser mejores que antes de la pandemia, tienen que ver con las graves afectaciones en la salud mental de muchas personas (un análisis del Ministerio de Salud encontró que el 88% de los menores de edad sufrieron este tipo de problema). También se incrementó la agresividad hacia las mujeres y la violencia intrafamiliar, en general, lo cual exige políticas públicas más consistentes para vencer esa tendencia.
Otra gran dificultad que requerirá bastante para la recuperación es lo ocurrido con la educación, en los que los niños y jóvenes han visto gravemente atrasado su desarrollo. Un solo dato es ilustrativo: antes de la pandemia el número de estudiantes que repitieron año fue de 203 mil 10, en 2020 esta cifra aumentó a 491 mil 722, según un informe del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana.
Hay que tener en cuenta, además, que si bien ya hemos superado con éxito momentos difíciles, la emergencia sanitaria no ha terminado. Solo hay que ver lo que está pasando de nuevo en China, donde se tiene una estricta cuarentena en una amplia zona de ese país, como hace dos años, debido a un nuevo brote de contagios con el coronavirus.