El pasado 15 de mayo se cumplió una década de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (TLC) de Colombia con los Estados Unidos. Aunque hay quienes dicen que no ha sido beneficioso para el país, la realidad es que al mirar las cifras y las posibilidades lo que se tienen son grandes desafíos para sacarle más partido y alcanzar durante los próximos años resultados que sean mucho mejores para nuestro país.
El solo hecho de comparar el valor de las exportaciones de Caldas que se tenían en el 2012 con las del año pasado evidencia que el crecimiento es del 110%, y gran parte de ese incremento significativo corresponde a productos vendidos en el mercado estadounidense. Es un gran logro, de los mejores del país, que debe ser ejemplo para que otras regiones avancen más rápido y aprovechen las posibilidades que nos da el tratado, con certeza jurídica en un mercado infinitamente más grande que el nuestro.
Se señala que las importaciones de bienes también han crecido mucho durante este tiempo, y que eso afecta a los productores nacionales. Sin embargo, ese no es el problema, porque sería absurdo que Colombia trate de competir con los Estados Unidos con productos en los que nos lleven ventaja en competitividad, con base en protecciones que avalan la ineficiencia y se basan muchas veces en presiones políticas indebidas. Las importaciones permiten beneficiar a los consumidores colombianos, no solo por variedad, sino por precio de los productos.
Al hacer este balance que, sin duda, pudo ser mejor, lo que debemos hacer es enfocar mayores esfuerzos en los productos con valor agregado, buscando cumplir con los requisitos en certificaciones y productos de origen que mejores resultados pueden entregar. Se ha ganado espacio en productos agrícolas como las flores, los cítricos y el aguacate hass, por ejemplo, pero podemos ser más ambiciosos, ampliar nuestro abanico de productos exportables que involucren procesos adicionales antes de ser enviados al exterior.
En el caso de Caldas resulta evidente que se amplió la canasta exportadora y que, si bien el café verde sigue siendo un renglón predominante, la diversificación ha avanzado y podría hacerlo aún más en los próximos años, logrando que nuestros empresarios se beneficien de mejor manera. Lo que se necesita es que haya mejores políticas que fomenten la agroindustria y la aplicación de mayor valor agregado en cada uno de los productos que queramos llevar al mercado mayor consumidor del mundo.
Para los próximos 10 años lo que tenemos que hacer es pensar y ejecutar una estrategia que nos lleve a ampliar más rápidamente nuestra oferta exportadora, tomando en cuenta las experiencias de países como Chile o Perú que han penetrado mejor ese mercado y han consolidado sus actividades comerciales en Estados Unidos. Además, este año ingresarán cerca de mil productos más que podrán llevarse con beneficios arancelarios, y eso es algo que no puede despreciarse. Lo que tenemos que hacer es apuntar de manera mucho más estratégica a la conquista de ese mercado y no desgastarnos en cosas en las que será más difícil competir.
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