El mejor hospital de Caldas no está en Manizales ni en los municipios más grandes del departamento, de acuerdo con la Superintendencia Nacional de Salud. El San Cayetano de Marquetalia, que en el 2020 ocupó el puesto 14, fue en el 2021 el mejor calificado en la región en temas financieros y de salud, lo cual es llamado indicador compuesto. Es una institución de primer nivel. Otros hospitales destacados en la región fueron el San Juan de Dios, de Riosucio; el San Félix de La Dorada, y el Felipe Suárez, de Salamina, todos estos de segundo nivel.
Este escalafón, producto del trabajo de inspección y vigilancia de la Supersalud, nos muestra que con un empeño hacia la eficiencia y el enfoque en la calidad del servicio es posible avanzar y brindar a los usuarios la mejor experiencia. El gerente del hospital de Marquetalia destaca que el trabajo en equipo ha sido clave para estos logros. Los funcionarios comprometidos han logrado que, en medio de las dificultades del sector, es posible ser mejores.
Ahora bien, habrá que esperar las reformas anunciadas por el nuevo gobierno en el sistema de salud para ver si este tipo de calificaciones pueden mantenerse en la misma senda o si surgirán otras maneras de medir gestiones en las instituciones de salud y cómo se reflejará esto en los servicios prestados a los pacientes. Ojalá que los cambios que se introduzcan tengan, realmente, un impacto positivo para el sector.
Bajo los parámetros actuales también debe llevarnos a la reflexión lo que ocurre con los hospitales San Marcos, de Chinchiná, y San Isidro, de Manizales, que han pasado por crisis financieras, en buena medida por las altas carteras de EPS que no han pagado cuantiosos recursos, y que en muchos casos son de difícil cobro. Estos casos ilustran una dura realidad en la que, a decir verdad, la misma Superintendencia no ha hecho lo suficiente para darle equilibrio a la operación. Esa es una tarea pendiente que deberá enfrentar la nueva administración.
Lo fundamental es que cada hospital de la región se enfoque en garantizar un buen acceso y oportunidad en la prestación de los servicios de salud, mayor seguridad del paciente, pertinencia y continuidad en la prestación de los servicios de salud y eficiencia hospitalaria y efectividad clínica. En todo esto un buen seguimiento a indicadores para corregir a tiempo es fundamental para lograr una mayor productividad, y así no solo lograr una buena calificación, sino cumplir principalmente con su misión operativa.
Los hospitales que recibieron una calificación que aún es insatisfactoria deberían aprender de las buenas prácticas de hospitales como el de Marquetalia que, pese a que hace poco tenía una calificación baja, ha avanzado y se pone a la vanguardia. Es verdad que, a veces, la escasez de recursos complica la operación y la calidad del servicio, pero también es verdad que una buena administración puede hacer la diferencia.