Las largas filas al frente de los centros de dispensación de medicamentos en Manizales se han vuelto pan de cada día. Sin importar si son días soleados o lluviosos se ha vuelto "normal" que las personas tengan que esperar horas en las afueras de esos lugares para poder reclamar las medicinas que un médico les recetó a pacientes que, en numerosos casos, requieren de tratamiento urgentes para poder recuperarse de toda clase de patologías.
Es así como en lugar de encontrar alivio rápido a sus dolencias, en muchos casos el resultado es que los pacientes tienen que exponer más su salud, para poder lograr el objetivo de completar sus tratamientos. Eso es algo que resulta degradante e indigno para cualquier ser humano, y no hay explicación que satisfaga a los usuarios que, muchas veces, mes a mes tienen que pasar por el mismo calvario. Se han denunciado casos, inclusive, de vigilantes que ante los reclamos justos de los usuarios, han respondido a golpes a quienes piden un mejor servicio.
En la capital de Caldas se cuenta con 20 puntos de dispensación de medicamentos que se mantienen llenos todo el día, con personas siempre en el exterior esperando un turno. Usuarios han denunciado que pese a llegar horas antes del horario de cierre les toca devolverse, porque no entregan más turnos. En otras ocasiones, después de una espera de varias horas, la respuesta de los funcionarios es que el medicamento que buscaban no se tenía en ese lugar.
Si hay fallas serias en nuestro sistema de salud esta se encuentra entre las más protuberantes, porque no se tiene la menor consideración con personas enfermas que en gran número tienen que ir ellas mismas a reclamar las medicinas. Esta es una realidad que resulta humillante, y que debería ser prioridad en las soluciones que se le deben dar a los problemas del sistema de salud. No se entiende que la Superintendencia de Salud y demás organismos de control no le den la importancia que merece estos hechos que afectan de manera grave a los afiliados a las EPS.
Hay que buscar alternativas de solución que se apliquen de inmediato. Mejorar los espacios de atención de los dispensarios, para que sean amplios y suficientes, donde las personas puedan sentarse a esperar puede ser una opción, pero también podría considerarse que las EPS se encarguen de enviar los medicamentos a las casas de pacientes delicados y personas de la tercera edad, por ejemplo, con lo que se garantizaría un tratamiento digno a los usuarios y se bajaría la presión a los dispensarios.
Esperamos que muy pronto podamos registrar que esas filas humillantes se han acabado y que, sin mayores demoras y en condiciones de dignidad, los afiliados a las EPS pueden cumplir con sus tratamientos sin exponer más su salud. Si realmente se quiere avanzar en prevención, que resulta menos costosa que la medicina curativa, tiene que garantizarse un mejor servicio en esos lugares, donde las esperas deberían ser mínimas.
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