Encerrado entre el fracaso en la invasión a Ucrania y su ego, el presidente ruso Vladimir Putin, parece dispuesto a mostrarse fuerte en medio de su debilidad, amenazando con el uso de armas nucleares, lo que conduciría al mundo entero a un caos total. Su ejército invadió Ucrania a comienzos del año (24 de febrero), con el objetivo de tomarse rápidamente el poder y poner un gobierno que le obedeciera, pero se acaban de cumplir siete meses, recibiendo inclusive derrotas militares y retroceso en el campo de batalla.
Desesperado, el líder ruso habla ahora de armas nucleares, monta plebiscitos amañados en las zonas del oriente ucraniano para dar apariencia democrática a la usurpación de esas regiones y llama a un amplio reclutamiento militar que, inclusive, ha provocado la huida de miles de jóvenes rusos que no quieren enlistarse en las filas militares, al tampoco compartir el sentido de esa invasión.
La falta de respaldo interno al proyecto bélico de Putin podría llegar a quebrar su gobierno, y causar que se sienta cada vez más derrotado y sin salidas, pero también podría convertirlo en un factor de guerra más peligroso, porque al verse atrapado en su propia trampa su reacción podría llevarlo a cometer una locura que afecte, inclusive, a su propio pueblo. Ojalá recupere el juicio en algún momento, y al ver que la mayor parte de los rusos rechazan ir a esa guerra, decida ir marcha atrás para evitar perder el poder que lo mantiene al frente. El supuesto argumento de estar desarrollando esta operación para proteger a Rusia de un vecino nazi tiene cada vez menos credibilidad.
Por lo pronto, desde Occidente se mantienen y profundizan las sanciones económicas que ya empiezan a tocar a gran parte del pueblo ruso y se llama a estar atentos a lo que está ocurriendo en esa región del mundo. También se presta apoyo económico al gobierno de Volodímir Zelensky, para hacerle frente a la agresión que sufre su pueblo y las nefastas consecuencias que viene provocando, no solo para ese país, sino para el mundo entero.
De hecho, otra arma que viene usando el líder ruso, especialmente contra Europa, es el chantaje con el suministro de petróleo y gas, los cuales son vitales en todo momento, pero que cobran mayor importancia en la época invernal que se avecina. Es una situación delicada que tendrá que ser manejada con mucha cabeza fría. Los efectos económicos de esta situación son innegables, a lo que hay que sumar los altos precios en los alimentos, entre otros, pero Occidente debe mantenerse firme en el apoyo a Ucrania y calmado ante sus provocaciones. Una tercera guerra mundial no le conviene a nadie.
El mundo camina, sin duda, por el filo de la navaja. Profundizar el fracaso de Putin, con mayores golpes a sus tropas podría causar todo tipo de efectos, como que en medio del desespero eche mano de armas nucleares, pero también podría hacer que el rechazo del pueblo ruso se convierta en su peor problema, y que su gobierno se vuelva insostenible. Ya la historia ha mostrado casos de regímenes autoritarios que se derrumban rápidamente a causa de su insensatez.