Fue estrepitoso el rechazo de la mayoría de los chilenos al nuevo texto de la Constitución Nacional, lo que significa un gran golpe al gobierno del presidente izquierdista Gabriel Boric, quien había trazado gran parte de su programa de gobierno, basándose en algunos aspectos de la Carta Política y que él suponía serían aprobados. El resultado fue contundente con el No, que llegó al 62,2%, lo que implica que, por ahora, se mantiene la Constitución aprobada durante el régimen militar de Augusto Pinochet.
Este resultado no quiere decir que las posibilidades de cambio se hayan enterrado, pero ahora el camino será más tortuoso, pues deberá negociar con el Congreso los cambios propuestos, y probablemente volverlo a someter a un nuevo referendo, buscando que haya un apoyo mayoritario. De hecho, en octubre del 2020 cerca del 80% de los chilenos respaldó un cambio constitucional que deberá concretarse, pero con los debidos ajustes que sean del gusto de la mayoría.
Debemos recordar que esta iniciativa surgió de la ola de protestas del 2019, cuando al entonces presidente Sebastián Piñera no le quedó otro camino de acoger la demanda popular que después fue refrendada con un plebiscito que ordenó actualizar la Constitución y que nombró una convención constituyente encargada de generar el texto. El problema fue que en el momento de redactar la nueva Carta Magna se incluyeron temas que son considerado por muchos como demasiado vanguardistas y radicales, que en lugar de unir al país lo dividieron de peor manera. Eso explicaría los resultados del domingo.
Si bien suena bonito que Chile sea declarado un Estado social y democrático de derecho, plurinacional, intercultural, regional y ecológico, en el cual se consagran nuevos derechos sociales y se establece una democracia paritaria e inclusiva, hay algunos puntos específicos que generaron rechazo de muchos que, inclusive, siguen convencidos de la necesidad de introducir cambios, pero sin exagerar.
El gran desafío que tienen ahora Boric y el pueblo chileno es llegar a puntos de consenso que permitan el encuentro armonioso y democrático alrededor de transformaciones que sean vistas positivamente por las mayorías, para luego volver a llevar el texto a consulta. Los mecanismos que se usen para cumplir el objetivo aún no están claros, pero el mandatario de 36 años tiene ahora la oportunidad de enderezar el camino escuchando a todos los sectores y haciendo autocrítica.
Por lo demás, resultó totalmente inapropiada la reacción de Gustavo Petro, presidente de Colombia, frente a los resultados abrumadoramente mayoritarios rechazando la nueva Constitución, al trinar “Revivió Pinochet”. Es claro que entre quienes votaron por el no, hay mucho votantes que tampoco quieren revivir la memoria del dictador, por lo que hay una indebida intromisión en los asuntos internos de ese país. El principio de la libre determinación de los pueblos aplica para bien o para mal, y esa salida en falso de Petro seguramente se la van a cobrar en el futuro.
Boric también debe revisar hasta qué punto el rechazo al nuevo texto es en realidad una sanción popular a su tarea de gobierno en los seis meses que lleva en la Presidencia.