Manizales logró, al cierre de julio, una de las tasas de desempleo más bajas de la historia reciente, 10,2%, y se convirtió en la segunda ciudad colombiana con menos desempleo, superada solo por Bucaramanga. Este indicador muestra una gran recuperación de empleos perdidos durante la pandemia de covid-19 y la generación de otro número importante en el último año, si tomamos en cuenta que al final de julio del año pasado la tasa de desempleo fue del 15,3%.
El análisis del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) corresponde a la medición del trimestre mayo-julio para las 23 principales ciudades, lo que hace prever que es posible que en los próximos estudios podamos tener un índice de un solo dígito, si se mantiene esta tendencia, que suele mejorar durante la segunda parte del año. No obstante, son grandes los desafíos que se mantienen, tanto en la capital caldense como en el país, para tener cada vez más menos desempleo y más empleos formales.
Ante estos resultados tan satisfactorios, hay que valorar la capacidad de los empresarios caldenses para recuperarse y reaccionar de manera positiva frente a las adversidades, porque lo vivido durante la reciente emergencia sanitaria fue realmente grave, y la reactivación no ha sido fácil. Pese a tan ensombrecido panorama, nuestros empresarios han sabido salir adelante y mostrar que hay posibilidades de seguir mejorando, sin dejarse vencer por las múltiples amenazas que los han rondado.
En términos reales Manizales bajó, en un año, de 36 mil 308 personas a 25 mil 238 personas sin trabajo, lo cual es bastante significativo. La industria manufacturera y demás subsectores de fabricación de productos elaborados de metal y actividades de servicios relacionados, así como la fabricación de muebles y productos minerales, tuvieron mucho qué ver en esta dinámica, así como la construcción de edificios, acabados de obras e ingeniería civil y proyectos viales, y también las actividades artísticas, de entretenimiento y recreación.
Otro punto positivo es que quienes no están ocupados, porque estudian o porque dejaron de buscar trabajo, pasaron de 168 mil 601 el año pasado a 162 mil 208 en el trimestre mayo-julio, lo que significa que, definitivamente, hay más gente trabajando y llevando recursos a sus hogares. Es cierto que persisten los desafíos en materia de subempleo y de informalidad (que en Manizales sigue alrededor del 39%, pese a que la capital caldense tiene los mejores indicadores en el país en ese aspecto), pero las mejoras en empleo son innegables.
Ojalá que la reforma tributaria que actualmente se discute en el Congreso de la República no golpee más a las empresas, para que haya un ambiente favorable al crecimiento económico en los próximos años, y que eso ayude a generar más empleos formales. Así mismo, esperamos que la anunciada reforma laboral que se tramitará el año entrante esté orientada a promover la creación de plazas formales, que no termine ahogando a los empresarios y que tenga en cuenta las dinámicas de la nueva economía en las que la flexibilidad laboral es una condición que hay que promover en aras de una mayor productividad en las empresas.
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