Es legítimo que la dirigencia caldense pregunte qué sucede con el contratista a cargo de las obras de Aerocafé. Parece que todos quienes lo cuestionan terminan perdiendo sus puestos. Pasó con el general Gonzalo Cárdenas Mahecha, ex gerente de Gestión del Patrimonio Autónomo, y ahora con el director de la Aeronáutica Civil, Jaír Orlando Fajardo, quien pensaba, como se había sugerido, decretar la caducidad del contrato con la firma OHLA o, por lo menos, hacer efectivas las multas que se le impusieron por retrasos en obras. Este tema se debe ventilar públicamente, por tratarse de la obra más importante para los caldenses, y proyecto clave en la aeronavegación nacional.
La declaratoria de insubsistencia del director de la Aerocivil está llena de rumores y de dudas. Debe decir el Gobierno claramente qué pasó y confirmar o desmentir si en efecto tiene que ver con su idea de pedirle al contratista que cumpliera, con lo que la ministra de Transporte parece no estar de acuerdo, lo que sería gravísimo. No se trataría de decisiones basadas en asuntos técnicos, sino en posibles favorecimientos o simples manejos diplomáticos para asuntos que deben revestir toda la seriedad. Es posible que OHLA tenga reclamos qué hacer sobre las multas que le impusieron y es su derecho explicar sus razones, que pueden tener sustento o no, pero en todo caso no puede ser saltándose los controles formales y menos cuando se salta el conducto regular.
La realidad es que el movimiento de tierras está retrasadísimo, apenas va en el 32% de los metros cúbicos que debió haber movido a marzo, y por este motivo la preocupación de la región es legítima, más cuando el récord de incumplimiento de la firma española en proyectos por el mundo no es nada halagüeño. La caducidad del contrato se ve como la mejor opción y es una medida posible y legal a la que tiene derecho el Estado cuando los contratistas incumplen. Desde hace mucho advertimos en estas páginas de cómo la ejecutora prefiere siempre anticiparse con abogados, incluso en las reuniones técnicas. Esto hace temer que se trate como tantas otras de su especie que intentan ganar dinero en los escritorios, a pesar de incumplir. La caducidad a tiempo puede ser la oportunidad para conseguir otro contratista dispuesto a cumplir y no a pleitear. El retraso que pueda dejar esa declaratoria es ganancia en el mediano plazo.
El nuevo Gobierno debe enterarse de primera mano de lo que sucede con el macroproyecto y apersonarse de él. Sacarlo adelante es lo que necesitan Caldas y el país para que de una vez se gestione la fase 2, que le dará relevancia nacional e internacional al aeródromo. Los errores cometidos en el pasado fueron superados luego de una desgastante labor de gremios, políticos y de técnicos, con el fin de concretar un proyecto razonable y cumplible. Se adelantaron todos los estudios, se blindaron los recursos, se diseñaron estrategias. No puede ser que ahora se vea afectado por decisiones del alto Gobierno sin mayores explicaciones. Como no hay certeza de que la salida del director de la Aerocivil tenga que ver con Aerocafé, por eso pedimos transparencia y se cuenten los pormenores de cómo se intenta hacer que el contratista cumpla en los tiempos pertinentes. Lo que importa es que el proyecto se termine como debe ser y esa tiene que ser la prioridad.