Para finales del 2021 estaba prevista la entrega de las obras terminadas del llamado Bulevar de la 48, entre las avenidas Santander y Paralela, pero diversas circunstancias tienen esos trabajos a mitad de camino y sin la esperanza de una pronta culminación. Los nueve meses de retrasos y los tres aplazamientos que se han dado significan ya sobrecostos por $335 millones 888 mil, para el 10 de agosto pasado, según el Sistema Electrónico para la Contratación Pública (Secop), los cuales podrían verse incrementados aún más con los nuevos plazos.
Ahora se habla de la posibilidad de que la obra pueda entregarse a mediados de noviembre, pero ya las afectaciones han sido muchas para los comerciantes de la zona, quienes inicialmente se ilusionaron que con el Bulevar sus ventas iban a mejorar en el futuro, pero que se han encontrado con la realidad de que todavía falta mucho para poder contar con la obra, y mientras tanto sus actividades comerciales se siguen afectando de manera grave, debido a que sus negocios están prácticamente bloqueados y escondidos para el público.
Lo peor de todo es que en esta obra, presupuestada inicialmente en $5 mil 24 millones 516 mil 636, haya carencia evidente en la planeación y que ni siquiera se tengan aún los diseños definitivos. Es una muestra fehaciente de la administración pública negligente, que por tratar de mostrar resultados no fija prioridades y actúa con improvisación, demostrando además poco compromiso por la eficiencia y malbaratando recursos públicos.
Dicen que la coordinación con empresas de servicios que deben hacer mantenimiento o cambios en la infraestructura del lugar, aprovechando los trabajos, es otra causa de los retrasos, algo que han debido prever, pues son empresas que dependen del Municipio. ¿Para qué se emprende una obra si no se tienen todos los elementos necesarios para concretarla en los tiempos previstos?
Lo que pasa en el Bulevar de la 48, lastimosamente, se parece a lo que ocurre en la Glorieta de Los Cedros, donde se anunciaron obras desde mayo y la falta de diseños y de compra de los predios, entre otros problemas, hacen que lo único que haya concreto allí es el trancón que se forma de manera permanente. Ojalá que en el tiempo que le queda a la alcaldía de Carlos Mario Marín se enderecen estos entuertos y que la ciudad no siga sufriendo tantos desajustes.
Frente a estos casos ahora la administración anuncia procesos jurídicos, con la idea de que los contratistas asuman sus responsabilidades. Eso estaría bien si solo los contratistas hubieran fallado, pero las cosas parecen ser distintas. Ojalá que si se llega a instancias judiciales, eso no signifique más retrasos, costos y perjuicios para toda la ciudadanía. Lo más sano sería que, por fin, se dediquen a trabajar en serio.