Colombia ha avanzado muchísimo en las dos últimas décadas en cumplir con un principio fundamental de las obras públicas, la planeación. Este es un elemento vital para evitar retrasos injustificados o, peor, que no se terminen los trabajos, que nos llenemos de elefantes blancos. Si a pesar de estos avances estamos llenos de este tipo de inacabados en el país, qué sería de nosotros si no hubiera un sistema que obligara a ejecutar obras cuando hay disponibilidad presupuestal, si no se tuviera la obligación de iniciar solo cuando se cuenta con estudios fase tres, si se careciera de prediseños y prepliegos, en cuanto a la contratación pública.
Por eso resulta por lo menos curioso que la Administración municipal de Manizales dé respuestas desconcertantes sobre los retrasos de sus obras. Hace poco más de dos años anunciaba con bombos y platillos que la recuperación económica, el plan de choque contra la pandemia, sería de 750 mil millones de pesos, los cuales se verían reflejados en grandes obras como la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR), la línea 3 del cable aéreo, un plan de pavimentaciones, la inversión en la Juan XXIII, el intercambiador de Los Cedros, entre otros. Con tristeza vemos que de este listado, a duras penas se inició en forma el trabajo de recuperación del edificio en guadua más grande del Eje Cafetero, la Juan XXIII, pero de lo demás pocón pocón.
Por ejemplo, sobre el paseo de los estudiantes que se alarga en el tiempo en la calle 48 entre avenidas Paralela y Santander, la mayor explicación de los servidores públicos es que se encontraron con árboles y líneas de alcantarillado, como si no se hubieran enterado que estos elementos llevan allí décadas. Peor sucede con la obra en la salida para Neira, donde se rompieron pavimentos, se obligó a decretar un pico y placa y resulta que la gestión predial apenas se inicia. Como si fuera poco, en un principio hablaron de 9 predios y ahora resulta que son 21, ¿por qué sucede esto? No lo sabemos. No se empieza ni la línea tres del cable, sobre la que la Universidad de Caldas insiste en que no ha vendido ningún predio para ubicar la pilona que debe ir allí. La PTAR apenas es un incipiente proyecto.
La ciudad ha mostrado resiliencia frente a la pandemia, ha recuperado empleos de manera importante, pero no parece ser por cuenta de las obras de la Alcaldía precisamente, sino por la fuerza del empresariado local. Cómo estaríamos en este asunto si la Alcaldía hubiera aplicado ese plan de choque como lo dijo la moderna plataforma que permite visualizar cómo va la ejecución de las obras, nos permite ver de manera muy sofisticada todos los retrasos que tiene esta Alcaldía, que desde un principio se identificó entre sus dificultades la ejecución y que a año y medio de terminar su mandato, no lo superó. Precisamente la planeación es necesaria, señores funcionarios, porque permite hacer una ejecución ajustada y en tiempos. La mala planeación termina por lo general en sobrecostos y en el peor de los casos en elefantes blancos, como el Hospital de Mascotas que nos legó la Administración anterior.