La comisión parlamentaria que investiga los detalles del asalto al Capitolio de los Estados Unidos el 6 de enero del 2021, con el que se pretendía impedir que el vicepresidente Mike Pence certificara al demócrata Joe Biden como presidente de ese país para el periodo 2021-2025, ha reunido evidencia suficiente acerca de que el entonces presidente, Donald Trump, presionó a Pence para que no cumpliera con su tarea, a sabiendas de que esa era una ilegalidad.
Además de que en ese infortunado hecho y en días posteriores murieron 5 personas (entre ellas 1 policía), significó el mayor riesgo para la democracia de los Estados Unidos en décadas, por cuenta de un mandatario al que poco le importó que sus acciones fueran inconstitucionales. Inclusive estuvo en riesgo la vida de Pence, quien tuvo que esconderse durante 5 horas en el edificio del Capitolio, durante la toma del recinto por una turba que gritaba: “Hay que colgar a Pence”. Minutos antes Trump expresó ante sus seguidores en una arenga al aire libre en la Casa Blanca su inconformidad porque el vicepresidente no accedía a hacer lo que él quería.
La congresista republicana Liz Cheney (hija del exvicepresidente Dick Cheney), quien es vicepresidenta de la comisión que investiga los hechos, ha sido contundente en criticar la actitud de Trump. Aunque eso ha significado para ella repudio de miembros de su propio partido, su compromiso con la verdad ha sido valioso. Ella misma reveló, por ejemplo, testimonios de testigos que relataron que el entonces presidente, tras enterarse de las arengas acerca de colgar a Pence, se limitó a decir: “Quizá nuestros seguidores tengan razón, lo merece”.
Hay suficientes evidencias de que, sin importar cómo, Trump estaba obsesionado con anular las elecciones y quedarse en la Casa Blanca, pese a que todas las instancias consultadas por el Ejecutivo le habían demostrado que la idea de que le habían robado las elecciones no tenía ningún sentido. Es así como es probable que el exmandatario haya cometido un delito al conspirar para evitar la certificación de votos en el Congreso.
La investigación de estos lamentables hechos coincide con los 50 años del Watergate, el escándalo que sacó del poder al entonces presidente republicano Richar Nixon (1969-1974), y que era considerado hasta ahora el peor momento para la democracia estadounidense. Con lo que se ha venido conociendo alrededor de lo ocurrido el 6 de enero del 2021, todo apunta a la destitución de Trump y la respectiva sanción que le impediría volverse a presentar a las elecciones, como ha sido su deseo, ya que incluso este sería un hecho aún peor que el que causó la caída de Nixon.
Aunque Nixon fue indultado luego por su sucesor en la Casa Blanca, al reconocerse que renunció antes de que se le iniciara el juicio por los hechos descubiertos que involucraron a su campaña con espionaje a la campaña demócrata, la suerte de Trump podría ser peor, ante su actitud que se mantiene desafiante. Lo peor de todo es que, a pesar de la evidente ilegalidad en la habría incurrido, la base de sus seguidores está intacta y se mantiene en la actitud de defender, como sea, a su líder.