Un acueducto es una obra de infraestructura que genera desarrollo y mejora la calidad de vida de los beneficiarios. Eso esperan recibir pronto los por lo menos 7.900 habitantes de 17 comunidades indígenas de los resguardos Cañamomo Lomaprieta y San Lorenzo, en Riosucio y Supía, que llevan unas cuatro décadas manejando pequeños y artesanales acueductos con problemas en las bocatomas, los desarenadores y las tuberías que les impiden disponer de agua en condiciones óptimas para sus actividades diarias.
En la pasada visita a Caldas, la ministra de Vivienda, Catalina Velasco Campuzano, habló de una inversión de 1.450 millones de pesos para elaborar estudios y diseños del acueducto multiveredal Agua Dulce, procedentes de ese Ministerio en su mayoría, de la Gobernación de Caldas y de las alcaldías de ambos municipios. Permitirá iniciar la construcción del acueducto; pero hay que decir que estos actores están cumpliendo un fallo del Tribunal Administrativo de Caldas en el 2016 sobre una acción popular instaurada por el resguardo Cañamomo Lomaprieta, proceso jurídico en el que llevan ya siete años y cinco meses.
Si eso es por la vía judicial, qué esperanza pueden tener también en Riosucio para suplir las necesidades de agua potable en el sector La Iberia, del mismo resguardo indígena, que lleva seis meses con problemas, o en la vereda Banderas, a 20 minutos de la cabecera del municipio de Risaralda (Caldas), que a pesar de múltiples solicitudes a los gobiernos desde el 2012 aún no cuentan con un acueducto completo y en cada periodo de tiempo seco, como el que vivimos actualmente por efecto del Fenómeno de El Niño, padecen por falta de agua y claman por las lluvias.
Son solo dos ejemplos, pues todavía abundan en Caldas zonas rurales sin agua potable, lo que representa atraso, problemas de salubridad, deficientes condiciones de vida. Un acueducto dignifica, promueve el bienestar, mejora la salud de las personas y acerca a la competitividad porque entre otras cosas evita desplazamientos y pérdida de tiempos. La meta del Gobierno nacional al 2030, según los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es el acceso universal a agua potable, lo que quiere decir para el 100% de los colombianos. Faltan 6 años para alcanzarla y es poco tiempo si se piensa en todo lo que falta y lo que cuestan las obras.
La ministra Velasco dijo también que hay compromiso del Gobierno para gestionar recursos que permitan construir el acueducto Agua Dulce entre Riosucio y Supía, además habló de la ampliación del cupo en 6 mil mejoramientos más de vivienda en Caldas, todo eso es bueno para el departamento, pero hay que pasar de promesas en gestiones a concretar hechos, mucho más cuando hay procesos judiciales de por medio y cientos de personas esperando que les resuelvan un problema con el que llevan años conviviendo; igual que en otras veredas de Caldas donde parece que el siglo XXI todavía está bien lejos de ellas.