Colombia no puede seguir siendo un país peligroso para los menores de edad. El planteamiento es de la Agencia Pandi, que en su último informe, En deuda con la niñez, indica que en el 2022 cada semana 12 de ellos fueron víctimas de homicidio, para un total de 634 al año, y que los adolescentes entre 15 y 17 años fueron los más afectados por este delito, con 445 casos contabilizados. En buena parte de las regiones cada vez hay menos niños y adolescentes, porque los adultos empezaron a predominar entre la población. Eso vuelve más urgente la toma de decisiones y la ejecución de acciones para proteger la infancia y la adolescencia.
Con motivo de los 34 años de la Convención sobre los derechos de la niñez, Pandi elaboró este informe que revela otras deudas como la condición de pobreza -monetaria y extrema- en la que están creciendo 67% de los menores de edad; es decir sin garantías para el acceso a salud, alimentación, educación, recreación. Muestra también que los menores están entre las principales víctimas de la violencia. Para el 2023, 82% de los delitos sexuales han sido en contra de la niñez, y en la mitad de esos casos el agresor es un familiar; el año pasado en 85 de cada 100 hogares alguien golpeó y/o aplicó castigos físicos, humillantes o degradantes en contra de los niños y 6.321 llegaron a Medicina Legal por haber sido golpeados en su casa.
El panorama no es reconfortante al particularizar en Caldas. En el 2022 fueron 6 menores asesinados en hechos de violencia intrafamiliar o interpersonal en 3 municipios, y en lo que va de este año ya son 4 asesinatos en igual número de municipios. Manizales es el de mayor incidencia. De 407 exámenes medicolegales practicados por presunto delito sexual en el 2022, 365 víctimas tenían entre 0 y 17 años, y en 172 casos el agresor fue un familiar. Todo esto dificulta que los menores de edad en el departamento se desarrollen en ambientes favorables o que no repitan en su adultez lo vivido.
Si queremos que nuestros niños y adolescentes se formen en entornos sanos hay que tomar medidas de emergencia como sociedad e internamente en las familias. Todos debemos empeñarnos en cuidarlos, defenderlos y respetarlos; en inculcarles el valor que tienen sus vidas y su dignidad, y especialmente en denunciar ante las autoridades cuando sea necesario hacerlo por vulneración a sus derechos. Los menores de edad no pueden seguir siendo víctimas de violencia en el país y el deber empieza en cada ciudadano.
Los menores de edad también deben estar lejos del trabajo infantil y del conflicto armado, que son otros flagelos que los atacan en Colombia. Igualmente de ser usados para causar lástima y recibir dinero producto del ejercicio de la mendicidad, del reclutamiento para engrosar las filas de grupos guerrilleros, de procesos migratorios que los alejan de sus derechos y los exponen al riesgo. Todos estos son otros tipos de violencia que poco se miden. El país está en deuda con la niñez, como dice Pandi, y llegó la hora de que los gobernantes, los legisladores, la justicia y la sociedad en general se pongan al día.