Se sigue desgastando la deteriorada relación del presidente de la República, Gustavo Petro Urrego, y el Fiscal General de la Nación, Francisco Barbosa Delgado. El último enfrentamiento fue el viernes por declaraciones cargadas de pullas, que cada uno expresó públicamente y en los espacios que consideraron más taquilleros para criticarse. Uno desde Bogotá, como invitado al foro de Justicia Restaurativa que realizaron la Defensoría del Pueblo y la Universidad Javeriana, y otro desde España, en su viaje de Estado por países ibéricos.
El primero en sacar la artillería fue el fiscal. En el foro dijo que hay un bloqueo del Ministerio de Justicia, que se convirtió en obstáculo de Petro para la Fiscalía porque quiere que los casos se resuelvan rápido y no dentro de la justicia restaurativa. Complementó luego las declaraciones con la prensa indicando que el presidente había escrito un trino contra un funcionario de la Fiscalía, señalando que hay apoyo a los asesinatos que comete el grupo paramilitar Clan del Golfo. Según el Fiscal, con esto Petro les pone una lápida a los funcionarios judiciales. Agregó que es curioso que escriba acusando a la Fiscalía, cuando él le solicitó por escrito soltar narcotraficantes y herederos de paramilitares.
Petro le contestó disparando sus cañones desde España, primero frente a la prensa al aterrizar en la base aérea de Matacán y luego tras recibir la medalla de la Universidad de Salamanca. Le exigió información al fiscal, no que lo insulte, porque como presidente es el jefe de Estado, por tanto el jefe del fiscal. Barbosa no demoró en responderle y en emisoras de radio lo llamó dictador, porque está atentando contra la autonomía e independencia de la Fiscalía y de la Rama Judicial que lo eligió. En consideración de Petro, el Estado comprende todas las ramas del poder público y él es la cabeza.
Se equivoca el presidente al autoproclamarse jefe del fiscal, y con sus exposiciones desconoce la división de poderes que existe en Colombia para las ramas ejecutiva, que él representa como Gobierno; la legislativa, en la que están el Congreso, las asambleas y los concejos, y la rama judicial, entre la que se cuentan las cortes, los organismos de control y la Fiscalía. Petro es un conocedor de los asuntos del Estado, además fue congresista, y tiene que saber que aunque en la elección del fiscal en Colombia el presidente aporta a la terna para designarlo, esto no lo convierte en su jefe. Mucho se ha denunciado sobre la cercanía de fiscales con los presidentes de turno.
Un verdadero choque de trenes el que se sigue dando, que pone en tela de juicio al país. Aunque cada uno merece respeto del otro, al presidente es al que le corresponde bajar la guardia y cambiar su discurso guerrerista. Es el primer llamado a mantener la concordia, a evitar enfrentamientos; como jefe de Estado y de Gobierno debe conservar el orden público en todo el territorio y restablecerlo cuando sea turbado. Una cosa es tener dudas sobre la captura que hicieron investigadores a miembros del Clan del Golfo, relacionada con el asesinato de 200 personas que deben ser materia de investigación, pero otra es la forma como trata de obtener respuestas. Si esto mismo lo solicita sin aspavientos empezará a ganarse el respeto que demanda.
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