Preocupa mucho que el presidente de la República, Gustavo Petro, maneje con tanta ligereza e improvisación un tema tan delicado como el de la paz con la guerrilla del Eln y los demás grupos criminales que generan violencia en Colombia. Salir a decir que ya hay un acuerdo de cese bilateral del fuego con esa agrupación armada ilegal, cuando es apenas una propuesta que los jefes elenos apenas están analizando, resulta claramente irresponsable y reprochable.
¿Cómo se justifica que se emita un decreto de supuesto cese el fuego bilateral, sin que se tenga la certeza total de que esa determinación es compartida por las partes? Al parecer, esa tendencia de Petro de apresurarse a anunciar por Twitter toda clase de decisiones gubernamentales le jugó de nuevo una mala pasada, y más por el afán de protagonismo que por la sensatez y prudencia que siempre debería tener, puso en juego su credibilidad y confianza, activos que son vitales para un líder que pretenda cumplir objetivos complejos como el de la llamada Paz Total.
Si con el Eln, con el que hay una mesa de negociaciones ya instalada, se presentan este tipo de malentendidos, qué podemos decir de los supuestos acuerdos con las otras organizaciones criminales que harían parte de este cese bilateral hasta el 30 de junio próximo. La negociación de la paz necesita una dosis alta de prudencia, sensatez y responsabilidad con Colombia, polo opuesto a la actitud de salir a hacer anuncios que resultan ser mentirosos o imprecisos, con lo que se mina la posibilidad de que la sociedad acompañe afirmativamente los diálogos.
El Gobierno Nacional pide ahora una tregua verificable con el Eln, tras suspender los efectos jurídicos del decreto que se refería al supuesto cese del fuego. Evidentemente, esa es una tregua necesaria, en la que todos los detalles sean claros para las partes, para que no se generen más expectativas que luego tengan que ser desechadas, como en esta ocasión. Así, si es que se concreta el cese de manera seria, el acompañamiento internacional de verificadores resulta esencial.
Parece claro que esta vez la ligereza gubernamental es la responsable de este momento de incertidumbre, pero este episodio también puede ilustrar las dificultades de negociar con el Eln, una guerrilla que no tiene un mando centralizado fuerte, sino que funciona como una organización federalizada en la que cada frente actúa de manera independiente, inclusive, en muchos casos, llevando la contraria a decisiones de los principales líderes de esa guerrilla.
En un tema tan crítico como la paz no puede partirse de supuestos, como que era suficiente responder públicamente con el cese bilateral, cuando el Eln solo había hablado de un cese unilateral por la época de Navidad y Año Nuevo. Cada punto de una negociación de paz tiene que concretarse inclusive en las palabras que se usen en un posible acuerdo, que sean interpretadas de igual manera por las partes, y hasta por los verificadores internacionales, ya que, de lo contrario, se abre paso a las contradicciones y a mensajes que restan credibilidad y confianza. La Paz Total no será posible con este tipo de errores.
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