Excepto por algunos esfuerzos privados de clubes y, como suele suceder, de las propias deportistas y sus familias, la institucionalidad brilla por su ausencia en el apoyo a estos talentos.
Qué rápido olvidan los señores del fútbol profesional las deudas contraídas con las mujeres futbolistas que tantas satisfacciones le han entregado al país. Se inició una nueva edición de la Liga Femenina, pero de nuevo se queda corta, apenas será de cuatro meses y no contará con todos los equipos. Las promesas tras los resultados en el Mundial del año pasado quedaron vacías. El gran ausente de la Liga que comenzó la semana pasada es el Once Caldas, que una vez más incumple su compromiso de mantener este equipo y que era una de las contraprestaciones para recibir la exoneración del 100 por ciento del Impuesto de Espectáculos Públicos.
Hay una verdad de perogrullo, entre más resultados dan las futbolistas, también van encontrando un mejor lugar en el campo deportivo colombiano, se profesionalizan y empieza a hablarse de derechos deportivos, aparecen los buscadores de talentos, los representantes, los equipos extranjeros que empiezan a contratar el talento nacional. Todo eso es una cadena que se favorece como círculo virtuoso, pero en la medida en que el equipo profesional de Caldas se aparte de ese nuevo universo futbolístico se está perdiendo la oportunidad de meterse en ese mercado, mientras que nuestras jóvenes futbolistas pierden también opciones de mantener el nivel competitivo que cada vez es más exigente. Es un proceso.
Los temas de género, de inclusión de la mujer parecen sonar muy bien en las campañas políticas, en boca de los dirigentes cuando están frente a las cámaras, pero poco o nada se ha hecho por lo menos en cuanto a fútbol femenino para pasar a las acciones esas promesas en Manizales y Caldas. Excepto por algunos esfuerzos privados de clubes y, como suele suceder, de las propias deportistas y sus familias, la institucionalidad brilla por su ausencia en el apoyo a estos talentos. Como si fuera poco, resulta triste que en la Alcaldía se lancen la responsabilidad entre Secretaría de Hacienda y Secretaría del Deporte, sobre si se cumplen los compromisos del equipo por haber logrado la exoneración, como si no hubiera control a ese aporte del Municipio. Ni hablar del Once Caldas, que ya lleva en manos de sus propietarios 10 años y siguen hablando de la salvación que procuraron en esa época como excusa.
Tampoco hubo respaldo al campeonato nacional del Gobierno de Gustavo Petro, aunque desde el 2017 hubo recursos importantes del Ministerio del Deporte para poder efectuar el campeonato, que de acuerdo con lo dicho por esa dependencia ascienden a unos 10 mil millones de pesos desde el 2017. Tiene tarea ahí el recientemente creado Ministerio de la Igualdad. No obstante, para el 2023 apenas se está evaluando y realizado mesas de trabajo para fortalecer la Liga Femenina.
Como canta Shakira, “las mujeres no lloran, las mujeres facturan” y es una lástima que en Caldas no se hayan dado cuenta, como tampoco los dirigentes masculinos del fútbol colombiano de lo rentable que ha resultado para los logros deportivos, para la buena imagen, para la promoción del fútbol en nuevos seguidores. Debería ser un asunto que se tome en serio, pues hay talento y demostrado desde hace rato. Si viene el respaldo que se requiere, seguro se obtendrán mayores logros.