Hace 15 días el gobernador de Caldas, Luis Carlos Velásquez, le pidió a su gabinete la renuncia protocolaria. Afirmó que a partir de ese momento, y en un corto plazo, haría un análisis de los resultados de cada dependencia y de las metas pendientes de cumplir en su Plan de Desarrollo y con ello determinar a quién ratifica y de quién prescinde. Aún no se conocen resultados oficiales, pero en el entretanto han circulado advertencias de que los movimientos serían por peticiones politiqueras al gobernador para dejar a quienes están alineados a ciertas casas políticas.
No solo ocurre en Caldas. El presidente, Gustavo Petro, reunió el martes a su gabinete ministerial para solicitarle la renuncia protocolaria, una crisis política tempranera, pues le falta una semana y media para completar nueve meses de mandato. Ayer divulgó que son ocho los cambios a los que le está apostando. Aceptó las renuncias de José Antonio Ocampo al Minhacienda, Carolina Corcho al Minsalud, Cecilia López al Minagricultura, Alfonso Prada al Mininterior, Guillermo Reyes al Mintransporte, Arturo Luna al Minciencias, Sandra Urrutia al MinTIC y Mauricio Lizcano al Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre).
Nombró en Hacienda al economista Ricardo Bonilla, director de Findeter; en Salud al médico Guillermo Alfonso Jaramillo; en Agricultura a la abogada Jhenifer Mojica, directora de Asuntos Étnicos de la Unidad de Restitución de Tierras; en Mininterior al abogado Luis Fernando Velasco, consejero para las regiones y encargado de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres; en Transporte al ingeniero William Camargo, director de la ANI; en Minciencias a Yesenia Olaya, viceministra de Talento y Apropiación Social del Conocimiento en esa cartera; en TIC al abogado Mauricio Lizcano, y en el Dapre al abogado Carlos Ramón González.
Petro hizo enroque en seis dependencias con sus propios funcionarios y solo nombró a dos nuevas personas, que vienen de trabajar con él en ámbitos administrativos y políticos: Salud y Dapre. Buena parte de los cambios se atribuyen a la suerte que estaba corriendo en el Congreso de la República el proyecto de Reforma a la Salud, que fue sacando a partidos de Gobierno por encontrar en la iniciativa zanjas insuperables, como les ocurrió a los liberales, conservadores, la U y santistas; pero también hubo mucho de descontento con funcionarios que no estaban caminando al paso de las reformas y más bien se habían vuelto cuestionadores.
La salida de personas de trayectoria y peso político nacional vislumbra que no está lejos el término de la coalición de Gobierno en el Congreso, estructurada con participación de partidos de derecha e izquierda, y si con estos movimientos Petro no logra reconformar un gabinete que le permita mantener la representación suficiente en el legislativo le quedará imposible sostener vivas sus reformas, que son la médula espinal de su programa de Gobierno. El peligro para el país es que Petro acuda a su otra carta, buscar que las reformas sean aprobadas en la calle, por presión de protestas y movilizaciones ciudadanas que tantas pérdidas económicas y sociales han dejado cuando se salen de lo constitucional y acuden a vías de hecho.
Analistas ya habían previsto pocos cambios. Peligrosa decisión si se trata de sanear el ambiente y llevar su equipo al cumplimiento de metas. En Colombia son muchos los señalamientos que recaen sobre ministros y directores porque no dieron o no han dado la talla y se les ve improvisando en sus funciones. Lo que haya que cambiar, que se cambie, pero lo bueno hay que dejarlo, como se le dijo al gobernador de Caldas.