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La designación del vallecaucano Otty Patiño como alto comisionado para la Paz por decisión del presidente Petro y la del caldense Hernán Penagos como registrador nacional del Estado Civil, por votación de las altas cortes, encendieron el opinómetro en Colombia. De Patiño critican que sea un exguerrillero del M-19, y de Penagos su cercanía con casas políticas. Lo importante aquí es cómo van a ejercer los cargos. Si el país quiere la paz total se necesita el criterio suficiente para negociar con guerrillas, disidencias y otras organizaciones delictivas, sin hacer concesiones que lesionen al Estado ni a los ciudadanos. En la Registraduría el principal reto será aplicar el nuevo Código Electoral que exige, entre otras cosas, crecer la estructura de personal y se espera que lo haga sin favoritismos.
El nombramiento de Penagos es importante para Caldas, se trata de un profesional con la formación y la experiencia suficientes para el cargo, que se convierten en prenda de garantía de que no llegará a improvisar. En sus hombros recaerá la responsabilidad de hacerlo  desmarcándose de la cercanía política, pues su militancia en el Partido de la U y sus relaciones con el liberalismo y Gente en Movimiento -creado por el ministro de las TIC, Mauricio Lizcano- le imponen el reto de demostrar que sí puede ejercer y decidir con independencia de los partidos y hasta del propio Gobierno nacional, así la Registraduría sea un organismo autónomo del Estado.
Es necesario decir que no será el primer registrador relacionado con movimientos políticos, todos lo han estado. Por eso se le convierte en un desafío a Penagos demostrar además su capacidad de hacer técnicamente los cambios requeridos en materia electoral y de registro en el país y dar garantías plenas en las elecciones que se vengan durante su periodo. Es un hombre de buenas maneras y eso con seguridad también le ayudará a sortear situaciones. Patiño también posee amplia formación y experiencia en temas de paz, pero su forma tranquila para enfrentar situaciones complejas y su manera de centrarse más en el análisis que en la práctica le pueden jugar en contra de lo que necesita respuestas prontas en las dificultades para negociar con los grupos armados.
Patiño, que todavía es jefe de la Delegación del Gobierno para los diálogos con el Eln, tiene cercanía familiar con Manizales, y trabajó unos cuatro años en el Departamento de Humanidades en la Universidad de Manizales. Deberá asumir la complejidad de los diálogos de paz, justo cuando se requiere clarificar las condiciones en que el Gobierno va a continuar sentado en las mesas de negociación con todos los grupos armados, empecinados en que paralelamente mientras dialogan tienen que mantener sus prácticas delictivas del secuestro, las extorsiones, el reclutamiento, los negocios ilícitos para subsistir. Nada de eso debe ser aceptado.


Hay expectativa también sobre la llegada a la Dirección del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) del manizaleño Germán Velásquez, como anunció el presidente Petro el pasado 28 de agosto, tras 14 meses de interinidad en este cargo. No se ha posesionado. Es filósofo, magíster en Economía y tiene una experiencia de dos décadas en la Organización Mundial de la Salud (OMS) en defensa de los usuarios, suficientes para aportarle mucho a este cargo al que deberá llegar a cumplir decisiones judiciales que obligan al Invima a tener un plan para resolver la escasez de medicamentos en el país. El éxito en todos estos cargos del nivel nacional está en manos de los escogidos. El país necesita que hagan lo mejor.