Tomás Ríos es uno de los 150 estudiantes de instituciones educativas privadas y públicas de Manizales que asumieron el martes como personeros, personeritos, contralores y subcontralores escolares. Tomás, ya como personero del colegio Semenor, dijo al respecto: “El mayor reto es representar de manera coherente y prudente a la institución, tanto adentro como afuera, para poder asegurar los deberes y derechos que tenemos los estudiantes”. Para todos será una experiencia durante este año académico de intervenir y participar de lleno en la vida escolar y ciudadana.
Más que acercar a los alumnos al quehacer institucional de la Personería y de la Contraloría municipales, que promueven estos programas como una forma de extensión de sus labores, ocupar dichos cargos representa una oportunidad de ir formando y puliendo liderazgos, de adquirir elementos que los haga mejores miembros de sus comunidades y de conocer más la ciudad en la que viven. Muchos otros los han antecedido y ya, de adultos, con seguridad agradecen esa oportunidad que tuvieron porque les permitió un mejor desarrollo de sus proyectos de vida.
Pero esencialmente ejercicios como este deben servir para darles voz a nuestros niños y adolescentes, algo tan escaso a veces; que desde sus entornos puedan tener una participación real en la ciudad y a través de personeros, contralores y subcontralores hagan escuchar sus necesidades, cómo quieren la ciudad, qué es lo que más les gusta y les disgusta, a qué le temen del mundo de hoy que tantos retos les impone a estas nuevas generaciones. No se trata de establecerles fórmulas. Como dice Francesco Tonucci, pensador y psicopedagogo italiano, en su propuesta de una ciudad abierta a la infancia: “La voz de los niños enriquece la democracia. Los estudiantes deben formarse como ciudadanos libres y soberanos”.
Padres de familia, rectores, coordinadores, profesores, deben sumarse a este cometido. Ser los facilitadores de las actividades, orientar procesos, ser consejeros y asesores de los elegidos para estos cargos en el buen desarrollo de su labor, y brindar espacios para que la ejecuten. Pero otros sectores como la Alcaldía, instituciones, e inclusive del sector privado que se quiera sumar, deberían tener programas similares para darles participación a otros escolares durante el año, de manera que muchos de ellos vayan explorando terrenos de lo público y de la estructura social. Ese sería un buen aporte como sociedad.
Es tan trascendental la formación de liderazgos desde la infancia y la adolescencia que a través de los gobiernos escolares lo que se está haciendo es abrir la puerta a la construcción de ciudadanía, al empoderamiento y la apropiación del territorio; a que vayan entendiendo la importancia de vigilar lo público y ser veedores de los recursos del Estado, que es a lo que se acercarán los contralores escolares. Además, que los alumnos vayan entendiendo de cultura política -no de politiquería- y de lo que representa su participación cuando acuden a elegir. Es un muy buen camino, pero desde que esté bien dirigido y acompañado por las instituciones y la comunidad, sin sesgos políticos, ni intereses particulares. Por eso hay que poner todo el empeño en seguir fortaleciendo en nuestros municipios la democracia escolar.