Por tercer año consecutivo cayó la producción de café en Colombia, lo cual plantea grandes desafíos para el sector, en busca de lograr que haya un rebote en las cifras y la tendencia vuelva a ir hacia arriba. De hecho, mientras que en el 2019 se cosecharon 14 millones 752 mil sacos de 60 kilos, en el 2020 la producción fue de 13 millones 890 mil sacos, en el 2021 descendió a los 12 millones 577 mil, y el año pasado la producción bajó a los 11 millones 84 mil sacos de café, siendo la cifra más baja en casi una década. Desde el 2019 a la fecha la caída es del 24,8%, algo realmente preocupante.
No será fácil romper con esa caída, pero la dirigencia cafetera tiene el reto de encontrar la manera de que, en lugar de que la producción caiga en un 11,8% como el año pasado, haya por lo menos una estabilización en las cifras, lo que serviría para poder aprovechar los buenos precios que todavía se tienen, aunque la posibilidad de que se mantengan arriba también se vuelve incierta ante la recuperación de las cifras de producción que se esperan en Brasil.
Hay una realidad irrebatible que, literalmente, podría aguar la posibilidad de recuperación en la producción cafetera y es el clima, ya que las abundantes lluvias de los dos últimos años y medio han sido determinantes para afectar las floraciones y, por tanto, las cosechas. No solo se trata de que haya renovación de los árboles, lo cual hay que impulsar con determinación, como tampoco es suficiente un buen uso de fertilizantes, bastante costosos por cierto, sino que los factores climáticos resultan claves a la hora de pensar en los resultados que se esperan.
Ante esta realidad, lo que menos debería hacerse es romper procesos que están en marcha, por lo que la presión presidencial para que Roberto Vélez Vallejo salga de la gerencia y llegue alguien, supuestamente cercano al Gobierno Nacional, no parece oportuno. Sin embargo, si de todos modos el cambio se da, los cafeteros tienen que luchar para que ese cargo sea ocupado por un líder cafetero que sea reconocido y respetado por todo el gremio, y no solo alguien de la línea de Petro, ya que en un momento como el actual se necesita un liderazgo claro, que no genere divisiones.
Para este 2023 es muy posible que el mercado internacional del café sufra cambios que lleven los precios hacia abajo en la Bolsa de Nueva York, al mismo tiempo que la invasión rusa a Ucrania haga más complejo el panorama para los insumos agrícolas que, con un dólar también más claro, puede restarle mucha rentabilidad a la caficultura. Es un equilibrio difícil, en el que la productividad puede verse afectada, y en el que las decisiones que se tomen deben ser muy sensatas y equilibradas.
Este año, así mismo, se discutirá seguramente la propuesta presidencial de sembrar robustas en otras regiones distintas a las tradicionales cafeteras, para generar más empleo en el campo y no tener que importar café para mezclas. Es un asunto polémico, pero que debe considerarse bajo un prisma diverso, en el que la calidad del café colombiano no se distorsione, pero que también haya una mayor apertura a la diversificación y a la competitividad del sector.
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