stados Unidos de nuevo se ve en problemas por la filtración de documentos que eran reservados. El Pentágono se vio sorprendido con la divulgación de material que reafirma lo que se sabe a gritos, pero que siempre se niega, que el gran país del norte espía a sus aliados. Seguro no es el único, pero sí el que se ha visto envuelto más veces al destaparse la cortina de sus actos. Se ratifica que el espionaje tiene mucho menos glamour del que nos muestran las series, películas y libros, y mucho de chisme, pero parece una necesidad de los países frente a vecinos y aliados, un poco en el entendido de que a los amigos también hay que tenerlos vigilados para no llevarse sorpresas.
Desde la época de las ciudades Estado, el espionaje y el robo de información ha sido una técnica usada para mejorar la posición en mesas de negociaciones, para presionar decisiones que puedan afectar la marcha de un país o para saber si vale la pena seguir cooperando. En este momento, desde Rusia se han puesto felices con la idea de que hasta Volodimir Zelenski es vigilado por los Estados Unidos y esto sucede en un momento en que ambiguas declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron, prendieron las alarmas en el gigante norteamericano sobre la posición europea frente a China y Taiwán.
Para algunos políticos estadounidenses la posición del francés riñe con el liderazgo mostrado por Estados Unidos en el apoyo a Ucrania contra el invasor, una guerra catalogada como europea. Macron enloda con su falta de tacto el unanimismo hasta ahora mostrado en la OTAN, excepto en lo que tiene que ver con la aceptación de Suecia, después de Finlandia, como socio de pleno derecho. Esto no es gratuito, la última guerra en la que estuvieron involucrados los suecos, hace casi 300 años, fue precisamente contra Rusia. Su temor de ser atacado es cierta, si se sigue imponiendo en el Kremlin la narrativa de que se debe recuperar la Rusia antigua, que hoy son territorios de otros países.
Las relaciones internacionales se mueven por estos días entre la diplomacia, que está fallando en muchos aspectos, y el espionaje, que se ha develado. Ante la impotencia del Pentágono de retrotraer los hechos ha corrido a encontrar al presunto responsable de la filtración de los documentos nuevos. Se trataría de Jack Teixeira, un técnico informático de la Guardia Nacional Aérea, de apenas 21 años, que hace recordar a Edward Snowden, responsable de la filtración hace 10 años de datos obtenidos con programas diseñados para espira a cualquier persona con sus aparatos inteligentes.
La diplomacia es el teatro de la impostura y con esta Estados Unidos trata de hacer control de daños ante la nueva filtración de documentos que deja en evidencia el espionaje. Lo grave de este asunto no es la filtración, es ratificar que son este tipo de desconfianzas las que mueven muchas decisiones que se toman en las relaciones internacionales y no se explican, o que implican incluso la permisividad con ciertos regímenes que violan consuetudinariamente los derechos democráticos. Por eso, sería mejor un mundo sin espionaje, pero también podría ser más peligroso. Son paradojas de la política internacional en tiempos de crispación.
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