También un buen educador tiene que estar pensando en el manejo de las emociones, las suyas propias y las de sus estudiantes para formar personas más empáticas, más conciliadoras.
Educar es cada día una tarea más exigente. No es nada fácil estar al nivel de los retos que imponen las realidades globales en torno a la formación de seres humanos, críticos, reflexivos; pero también con más destrezas, con mayor desarrollo de sus potencialidades y con mayor preparación tecnológica como lo demanda el mundo actual. La labor, lógicamente, empieza en las familias, donde en los primeros años de vida se adquieren importantes bases de lo que una persona será en el futuro, pero luego viene un trabajo compartido entre hogar, sistema educativo y sociedad que es más determinante.
Quien educa se sumerge en la difícil labor de ejecutar acciones para integrar los contenidos académicos con la formación humana y por eso es que este trabajo es tan demandante para padres de familia, comunidades y docentes, especialmente. Solo así es posible superar arcaicas metodologías dirigidas a simples hechos de transmitir, exigir memorizar contenidos y luego recitarlos en un aula de clase. La función educativa dio un giro, como señalan expertos, a un aprendizaje que sea útil para la vida. Ahí entran en juego el desarrollo de competencias ciudadanas, cognitivas, laborales y muchísima creatividad.
El lunes se celebró el Día del Maestro en Colombia, y LA PATRIA les preguntó a 29 que ejercen su labor en municipios de Caldas cómo les gustaría que los recordaran sus alumnos. La coincidencia es que la mayoría opinó que en especial les reconozcan su enseñanza en valores para la vida, ahí están sintonizados con las demandas actuales. Para ello deben estar en formación constante, porque educar en estos tiempos de virtualidad significa hacerlo apoyados en un buen uso de las tecnologías de información y comunicación que no se deben ver como enemigos, sino como oportunidad para ampliar lo que no se tiene a la mano en el aula o en el plantel y que les permite a los alumnos abrirse al mundo y conocer más allá.
También un buen educador tiene que estar pensando en el manejo de las emociones, las suyas propias y las de sus estudiantes para formar personas más empáticas, más conciliadoras, que se puedan comunicar mejor, que acepten las críticas, que superen los graves problemas de nuestras sociedades en su mayoría marcados por la intolerancia, los miedos y la falta de control. Por eso es que educar es difícil, pero muchos lo han logrado y son ejemplo de trabajo. Son aquellos maestros que acorde con su vocación, día a día piden cualificarse para mantener la calidad educativa necesaria en un país en transformación, no de los que solo piensan en recibir un salario y prebendas y de los que siguen trabajando con lo que planificaron desde que llegaron muchos años atrás a una institución.
Pero en este asunto los padres de familia y todos como sociedad también somos responsables de educar. Cuando se actúa mal en la casa o en la calle, cuando se acude a actos violentos, cuando se permite y se normaliza la corrupción, ahí no se está cumpliendo ese pedazo que también nos toca como ciudadanos de dar un buen ejemplo a los que vienen atrás; a niños, adolescentes, jóvenes, adultos. La educación es un proceso que finaliza con la vida, todos los días se aprende algo de alguien más, por eso es tan importante ser conscientes de que cada actuación puede afectar en el proceso formativo del otro.