Entre el escándalo de Las Marionetas, una asociación para delinquir con los recursos públicos, bajo el mando del ya exsenador liberal Mario Castaño; y los anuncios en falso del alcalde de Manizales, Carlos Mario Marín, este 2022 no fue bueno para la región en su imagen frente al país. Sin embargo, pecaríamos de simplificadores si nos quedáramos con la imagen de la corrupción o de la mezquindad. Caldas ha demostrado con creces ser superior a muchos de sus gobernantes y esto es gracias al amor que tienen los ciudadanos por su región, que traducen en acciones positivas.
Hoy LA PATRIA muestra una buena cantidad de hechos de los cuales sentirnos orgullosos, para que entendamos que no hay lugar para los profetas del diluvio, que si bien han sucedido hechos que debieron salir mejor, aún hay cantidad de personas en muchos frentes haciendo de este departamento y de su capital lugares de los cuales sentirse orgullosos. El mundo es complejo y las relaciones de un ser vivo, como lo es una región, tiene muchos factores que inciden en su devenir. Por este motivo, la invitación es a mirar más allá de los titulares negativos y recordar también que hubo muchos hechos positivos.
No se trata de crear la sensación de hecatombe, de que nada funciona; como tampoco de un optimismo bobalicón. Todo lo contrario, se trata de entender los hechos en toda su dimensión. No se puede negar que el próximo año pinta difícil, sobre todo en materia macroeconómica, pero también es cierto que Manizales llega a ese momento con unos indicadores que ayudan a pensar que se puede sentir un golpe menos brusco que en otras partes. Y si la Alcaldía por fin pone a andar sus proyectos clave, el empleo y la inversión seguramente compensarán en parte lo que pueda afectarse.
Las ciudades son mucho más que sus gobernantes o que sus malos momentos. Ben Wilson escribió Metrópolis, un libro sobre la historia de las ciudades, publicado este año en español por la editorial Debate. En él recuerda, por ejemplo, cómo Hitler prometió arrasar con Varsovia. Su odio contra los polacos hizo llover bombas desde el primer día de la Segunda Guerra Mundial sobre la capital polaca. Sin embargo, pese a la crueldad nazi, a la separación de las familias, a la barbarie con la que fue tratada la intelectualidad, la ciudad surgió cuando los ocupantes cayeron. El autor lo resume así: “Mientras existan personas que amen su ciudad y la recuerden, esta sobrevivirá y resurgirá”.
Este no es momento para el fatalismo. Claro que hemos tenido políticos corruptos y alcaldes que debieron abandonar sus puestos por ello, pero no es la primera vez que esto sucede. Falta recordar las cifras de desempleo de Manizales de hace apenas dos décadas atrás o la sensación de derrota que se tenía a comienzos de siglo y darse cuenta de lo mucho que la ciudad ha ganado y de todo lo que tiene para aportarles a la región y al país y esto no depende, por fortuna, solo de los gobernantes. Si estos son buenos y están alineados con las prioridades de la región seguro harán que los resultados lleguen más pronto, pero la construcción del futuro depende de todos los sectores y de todos los habitantes.
Que Manizales se haya convertido en un importante sector para la industria naval en Colombia no es realismo mágico, es una realidad y la demostración de que esta ciudad es mucho más que sus políticos, si no que lo digan los empresarios disruptivos que tenemos hoy en la industria TIC. Así que sin perder el sentido de la realidad y de las proporciones, dejemos espacio en nuestros balances a las noticias positivas que también abundan.