Putin está siendo víctima de su propio invento. En una especie de efecto bumerán, lo que hizo en febrero del 2022 invadiendo a Ucrania, y que se volvió en una cruenta guerra que no ha parado hasta hoy dos años después, llevó a que creciera la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que para él amenaza sus planes expansionistas. La OTAN pasó a estar integrada por 32 países con el ingreso de Finlandia el año pasado y recientemente de Suecia. Forman parte de un club que obedece a la consigna de “todos para uno y uno para todos”.
Esta alianza de países fue constituida en 1949 bajo el principio de defensa colectiva y lo ha conservado aun después de la Guerra Fría, buscando consolidar una fuerza geopolítica de protección frente a gobiernos como el de Rusia, que en cualquier momento, como le sucedió a Ucrania, puede activar su ejército, o el temido despliegue de armas nucleares. La OTAN entiende que un ataque armado contra uno o varios países miembros es contra todos los aliados, y que los recursos, muchos o pocos de cada país, están al servicio de la seguridad. De allí el poder que representa.
Con una OTAN más grande se crea una especie de bloque sobre el mar Báltico, que quedó prácticamente rodeado por completo de países miembros, exceptuando una reducida costa que posee allí Rusia, en caso de que deban impedir el paso de buques rusos. Esta Organización ya ha mostrado su capacidad y poderío. Luego de los atentados del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos, todos los países de la OTAN se unieron posteriormente a la invasión de Afganistán a manera de retaliación. Ese es otro riesgo para el mundo. La expansión de la OTAN también sirve de excusa al dictador ruso que se hace reelegir este fin de semana, e incluso amenazó con desplegar tropas en la frontera con Finlandia.
Si estos 32 países cuentan con gobernantes sensatos, la OTAN tendrá un papel importante en la paz mundial, pero si quienes llegan son amigos de sistemas autocráticos, absolutistas y guerreristas otra podría ser la historia. Donald Trump, por ejemplo, durante su presidencia exigió a los países de la alianza aportar más dinero a la seguridad y al gasto militar y que devolvieran a Estados Unidos lo que le debían del pasado por este concepto. Justamente ese país se prepara para las elecciones presidenciales en noviembre, a las que Trump llegará como seguro candidato.
Para Suecia, el último en ingresar a la alianza, Rusia seguirá siendo una grave amenaza a la seguridad euroatlántica, y llega a la OTAN con la tarea de enviar a Letonia un batallón conformado por entre 600 y 800 soldados y vehículos blindados, que pasan a formar parte de los activos de la OTAN como primera línea de defensa contra una posible invasión rusa. De otro lado, Ucrania, queda cada vez más cerca de ingresar a esta Organización. Los países aliados deberían usar sus recursos, pero al servicio de la paz mundial, a la lucha de crímenes transnacionales y como respuesta al cese de los conflictos. En eso casi todos estamos de acuerdo, pero como no somos todos y hay uno que otro Putin por ahí tratando de revivir los viejos conflictos imperialistas del siglo XIX es la contra para enfrentar a esos nostálgicos con espíritus de zares.