112 días sin titular completa hoy el Ministerio de Cultura en Colombia. La desaguisada salida de Patricia Ariza Flórez, terminando febrero de este año como parte de los cambios de gabinete que pidió hacer el presidente, Gustavo Petro, en las carteras de Educación, Deporte y Cultura llevó a designar días después como encargado al director de música Jorge Ignacio Zorro Sánchez, hombre cercano a la familia Petro Alcocer. Ariza, reconocida directora de teatro y en quien el sector tenía puestas sus esperanzas, no logró encajar con Petro y esto le costó ser removida del cargo.
La notificación de su salida no fue en una conversación entre presidente y ministra o por medio de un documento oficial como debería ser. El mandatario optó por hacerlo a través de una alocución por televisión y a ella la llamaron minutos antes a contarle que le pediría la renuncia. Medios nacionales reseñaron que Ariza se iba por falta de gestión, porque nunca hubo una comunicación asertiva con el presidente; pero en especial porque Zorro, como viceministro de Cultura, manejaba un poder invisible respaldado por la primera dama, Verónica Alcocer, que incluso sin consultar a Ariza se lo llevó a un viaje a Venezuela para conocer el sistema nacional de orquestas con la posibilidad de implementarlo a su regreso en el país. Ariza veía en este proceso un riesgo para la diversidad cultural colombiana.
Zorro no ha tenido el mismo eco que Ariza, y luego de un mes de la renuncia unos 720 artistas del país decidieron pronunciarse para exigirle al presidente tomar cartas en el asunto porque había dejado al sector cultural en el aire. Posteriormente insistieron porque Petro no decidía y se les unieron voces de oposición en el Congreso de la República argumentando que sabían de riesgos relacionados con que el Ministerio se convirtiera en un fortín político para favorecer con puestos a partidos aliados en ese momento al Gobierno nacional. Durante este tiempo se ha conocido de desaciertos, como dejar a importantes salas culturales del país por fuera del programa de Salas Concertadas.
La inconformidad por una interinidad tan prolongada en el Mincultura, que está a punto de llegar a cuatro meses, también la sienten algunos en Caldas, donde están viendo procesos anquilosados y ausencia de políticas por falta de un titular con potestad para definir la ruta por la cual el Gobierno nacional quiere llevar la cultura. No se puede olvidar que en Colombia se acostumbró a los territorios, por el arraigado centralismo, a depender de decisiones y recursos de lo que suceda en Bogotá desde Presidencia, y mucho más en actividades culturales que no cuentan con apoyo decidido en municipios y departamentos y a los gestores culturales lo que les toca es casi salir en actitud mendicante.
Ya hemos experimentado en Manizales esas temporalidades extendidas en cargos públicos. El alcalde, Carlos Mario Marín, tuvo durante cinco meses del 2020 en interinidad la Gerencia del Instituto de Cultura y Turismo, y luego también otras gerencias y secretarías. En criterio de expertos, cuando los encargos prolongados se dan en niveles directivos hay mayores traumatismos, especialmente sobre objetivos estratégicos que van dirigidos es a cumplir metas del plan de un gobernante. Otros gestores culturales consideran que no hay traumatismos al carecer de un ministro titular. La pregunta entonces es si para hacer cultura no se requiere un Ministerio y si sus funciones se pueden delegar a otras dependencias.