El intento de atraco a un joven de 26 años, a las 4:00 de la tarde en la Plaza de Bolívar de Manizales, por acción de otros dos jóvenes delincuentes que portaban armas blancas, dice mucho de los problemas que asedian desde hace tiempo el Centro Histórico de la ciudad. Por fortuna, la víctima no sufrió lesiones graves. Tuvo que ser intervenido quirúrgicamente porque uno de los ladrones le clavó un cuchillo en el tabique, pero si el puntazo que recibió a un costado del abdomen no lo hubiera esquivado, podría haber muerto y nos estaríamos lamentando por el fallecimiento de una persona en sus albores de vida.
La Plaza de Bolívar es la sala de recibo de la ciudad. Allí se encuentran parte de sus iconos: la Catedral Basílica con su corredor polaco, el bello Palacio Amarillo como sede de la Gobernación de Caldas, la escultura del Bolívar Cóndor, parte de las construcciones de arquitectura repúblicana y diferentes tipos de comercio y de servicios institucionales. Si en el preciso momento en que ocurrió este incidente hubiese estado uno o varios turistas, como se ven frecuentemente por el lugar, ninguno volverá a este sitio, y quizás ni siquiera a la ciudad. La inseguridad es la peor compañera del turismo.
Qué pensar entonces de lo que ocurre a partir de las 7:00 de la noche en esta manzana y en otras adyacentes que forman parte del Centro Histórico. Recorrerlas en la noche, cuando ya no hay actividad, de verdad que produce miedo, y mucho. Oscuridad, prostitución, consumo de sustancias psicoactivas y de licor en espacios públicos, habitantes de calle deambulando y hurgando basuras, y ni un solo policía son un coctel perfecto para la delincuencia. Duele mucho que esto siga sucediendo y hasta el momento no hayan tenido eco la cantidad de intentos de recuperar el Centro Histórico provenientes de la sociedad civil.
El alcalde, Jorge Eduardo Rojas, tiene razón cuando afirma que hechos como el del joven apuñalado, son el pan diario en las ciudades; y que como el Gobierno nacional no dará más pie de fuerza, lo que está haciendo es sacar la Policía a la calle y hacer planes de choque; pero porque sea recurrente en las dinámicas urbanas no quiere decir que se normalice en Manizales, que se ha caracterizado en el contexto nacional por ser una ciudad segura, como todavía lo perciben sus habitantes. Ese es de los logros que no podemos dejar perder, así no se cuente con los agentes suficientes. Habrá que pensar cómo aprovechar el recurso humano para garantizar presencia en estos lugares sin descuidar los barrios y las veredas.
También se debe mejorar el alumbrado público del Centro Histórico, que tiene ciertas zonas deficitarias. Expertos en seguridad siempre recalcan que la oscuridad es cómplice de la delincuencia, quizás por allí se pueda empezar para ir cambiándole la cara a los sectores más afectados. Pero definitivamente la Alcaldía se debe volcar a estos puntos con un trabajo social muy fuerte con el que se puedan intervenir las múltiples situaciones que emergieron desde hace mucho tiempo por las calles del Centro y nos volvimos tan permisivos que dejamos que sigan sucediendo sin hacer nada. Interesante que la academia acompañe la labor y la ciudadanía respalde lo que allí se emprenda para recuperar la tranquilidad y la seguridad. Nos conviene a todos.