Hacía mucho tiempo no nos enfrentábamos a un año en medio de tantas incertidumbres, como el que nos ofrece el panorama de proyecciones hacia el 2023. Hoy dejamos atrás un 2022 que resultó agitado, inestable, complejo no solo en el plano local, sino también en el nacional y mundial. Ahora bien, quedarse en lamentaciones y golpes de pecho es lo peor que puede hacerse en una coyuntura como la que vivimos, y por eso hay que abrirse a pensar con optimismo en que las cosas pueden mejorar en el año que está a punto de comenzar.
En lo local este fue un año complejo y negativo, si nos atenemos a lo ocurrido en las administraciones públicas de la región, sobre todo en la de Manizales, en la que el alcalde, Carlos Mario Marín, cometió varios errores, reconocidos por él mismo, frente a los cuales todavía tiene la oportunidad de corregir en lo que viene en su último año de mandato. Ojalá él y también el gobernador de Caldas, Luis Carlos Velásquez, quien no podrá cumplir cabalmente su propósito de construcción de viviendas, logren avanzar mejor y más rápido en sus ejecuciones. Este año también nos dejó la mancha del deplorable y vergonzoso caso de Las Marionetas, lideradas por el exsenador Mario Castaño.
Si observamos el ámbito nacional, la llegada del izquierdista Gustavo Petro a la Casa de Nariño permite hacer un balance agridulce al cierre de este año, en el que los efectos negativos de su elección han sido menores a los calculados, aunque todavía hay factores esenciales que podrían ser muy complicados para el país, si el gobernante toma decisiones equivocadas durante el nuevo año, cuando la luna de miel con sus electores podría terminarse. Esperamos que reine la sensatez y que no sea el capricho y la imposición los que tomen fuerza en el 2023.
En el plano mundial el año termina con un peligroso conflicto surgido de la invasión de Rusia a Ucrania, en el que el líder ruso, Vladiimir Putin, ha tenido la osadía de amenazar a Occidente con un ataque nuclear. A eso se suman las crecientes tensiones entre China y Taiwán, la posibilidad de un nuevo estallido de la pandemia de covid-19 en el coloso asiático, además de las consecuencias negativas de todas estas situaciones para la economía del mundo, que podría entrar en una fase de recesión, cuando todavía se tendrán que afrontar meses de inflación en todo el planeta.
Lo que viene no es fácil, y seguramente se tendrá que luchar para superar toda clase de situaciones negativas que podrán generar inestabilidad en muchos lugares del mundo, mientras que en Colombia se prevén hechos que plantean desafíos muy complejos, y en los que los riesgos de errores costosos están a la vuelta de la esquina. El hecho de que el 2023 sea un año electoral también significará que se generen tensiones políticas complicadas y que, inclusive, puedan surgir nuevos problemas para la economía de los hogares colombianos. En Manizales y Caldas, siendo realistas, podría profundizarse la sensación de fracaso. Ojalá que no.
Al despedir hoy el 2022, la invitación es a pensar en todo aquello que fue acertado para replicarlo y fortalecerlo, pero también en lo que no salió bien, con el propósito de evadir la reiteración, y con ello, trabajar con determinación y sin perder el control de las situaciones, para construir entre todos un Año Nuevo en el que, en verdad, nos aseguremos que en todos los aspectos, desde lo local, nacional y mundial, se logren avances, y sus consecuencias sean positivas y esperanzadoras.