La Central de Hidroituango completa ya tres días generando energía, en operaciones comerciales, aunque no de manera constante. Cuando las dos primeras turbinas que entraron en operación están funcionando, logran generar cerca del 5% de la demanda diaria de electricidad en el país, unos 600 megavatios. Esa es una excelente noticia después de tanta espera e incertidumbre, surgida después del grave accidente ocurrido en abril del 2018, cuando se pensó que la represa podría haberse malogrado.
Las pruebas realizadas esta semana, en las que se tuvo en cuenta la evacuación de varias poblaciones aguas abajo del río Cauca, también generaron confianza alrededor de que el proyecto hidroeléctrico podrá seguir adelante, poniendo el funcionamiento de manera gradual las distintas turbinas, hasta alcanzar la plena operación de las 8 turbinas (con las que se generarían 2.400 megavatios, el 17% de lo que se consume en Colombia). Es fundamental seguir avanzando, con la cautela necesaria, hasta lograr que Hidroituango funcione con toda su capacidad, que además sería el estadio más seguro para la represa misma y las poblaciones aguas abajo.
También resulta importante que cada paso de ese avance esté acompañado de las medidas de prevención y el permanente monitoreo del funcionamiento de toda la represa, para que los pobladores de la parte baja del río Cauca estén tranquilos acerca de la adecuada operación de la que será la más grande hidroeléctrica del país. En la medida en que las operaciones comerciales de Hidroituango se consoliden, no solo se superará el fantasma de la emergencia, sino que se avanzará en el terreno de la seguridad y sostenibilidad energética.
Ya está previsto que a partir del 2025 se tendrá déficit energético en Colombia, por lo que además de que Hidroituango funcione plenamente, se necesita avanzar hacia la concreción de la Línea Colectora para que las fuentes solares y eólicas aporten al sistema eléctrico. Así mismo, es clave que el gobierno proyecte la próxima realización de una subasta de energía que asegure la ejecución de nuevos proyectos para así garantizar que habrá suficiente oferta por un buen tiempo.
Esto nos remite a cuestionarnos alrededor de lo que pasa con el proyecto Miel II en Caldas, que tiene todo para poderse ejecutar y generar energía, pero que no ha podido concretarse ante la ausencia de un socio capitalista que invierta para hacerlo realidad. Ante un escenario en el que cada vez es más difícil obtener licencias ambientales en el país para poder ejecutar proyectos de este tipo, es urgente que Caldas se mueva a lograr la llegada de un socio que, en un esquema realista y equilibrado, ayude a que esa hidroeléctrica se convierta en realidad.
Cerrar el 2022 con la Central Hidroeléctrica de Ituango funcionando envía un mensaje de optimismo al país que, esperamos, se consolide. Lo que viene es garantizar que no solo se generará la energía prevista, sino que su operación será segura. El panorama futuro también llama a la reflexión acerca del futuro energético del país y las decisiones necesarias para que se tenga la tranquilidad de no quedarse por debajo de las expectativas en cuanto a la generación de energía y en el avance en la transición hacia las energías limpias.
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