Los fenómenos económicos siguen haciendo estragos en el país. Mientras este 2024 comenzó con una inflación anual de un solo dígito, al cerrar en enero en 8,35%, 4,9 puntos porcentuales menos que en el mismo mes del 2023, eso no se está viendo reflejado en el bolsillo de los colombianos. Han sido 10 meses en Colombia con presión inflacionaria a la baja, una tendencia que ayuda a las proyecciones económicas del Gobierno nacional y del Banco de la República de terminar este año con un IPC entre 5,9% y 6%. Llegar a esa meta está supeditado a las medidas que tomen este año, para pasar del dato a la mejora real de la economía.
El DANE indica que la inflación de enero estuvo impulsada más que todo por sectores como el de transporte, imprescindible para cualquier actividad que se realice, y el de restaurantes, este último que definitivamente dejó de ser gasto suntuario para convertirse en una modalidad por la que están optando ciudadanos y familias en el país ante nuevas dinámicas laborales y académicas, incluso como estrategia para tratar de reducir gastos en el renglón de alimentos y ante la escalada de precios de todos los servicios públicos en los hogares.
La decisión del Banco de la República de bajar las tasas de interés a 12,75% (0,25% menos) tampoco se ha sentido en el costo de vida, que sigue siendo alto. Esta disminución es la segunda que hace el emisor en dos meses consecutivos desde diciembre. Medida esperada y pedida, incluyendo el propio Gobierno nacional, para incentivar la inversión y el consumo, pero no despega ninguno de los dos. Lo que señalan analistas es que la incidencia de esta reducción de las tasas se podrá empezar a ver en el mercado en unos tres o seis meses, así haya sido una reducción muy tímida para quienes esperaban que la tasa de referencia quedara en 12,5%
Al menos durante este semestre, mientras se recupera la economía, el Gobierno nacional debe dinamizar la infraestructura ejecutando grandes obras civiles, que no hemos visto todavía en los 18 meses del presidente Petro. Los constructores privados, otro brazo directo de la infraestructura, siguen muy golpeados para emprender proyectos de vivienda, por ejemplo, debido a la suspensión durante meses del programa Mi Casa Ya a cargo del Ministerio de Vivienda. En manos del Gobierno también está ayudar al sector empresarial, como músculo de la economía, para desarrollar sus capacidades de inversión y de generación de riqueza y empleo.
Se convierte esto en el primer paso para salir de la quietud económica en la que estamos, del miedo a invertir capitales y a gastar un peso adicional porque hay incertidumbre sobre el futuro del país. El Gobierno nacional tiene que empezar por dar confianza, por tranquilizar y por preparar el terreno para la recuperación, que llegará a los ciudadanos que son los que en su condición de consumidores mueven la economía.
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