Un elemento fundamental para el desarrollo de los países en la época moderna es la soberanía energética. Sin ella el bienestar de las personas y la dinámica económica de una nación se ponen en riesgo. Por eso, es fundamental siempre contar con una ventana amplia de reservas y alternativas que garanticen que todo podrá funcionar sin inconvenientes, teniendo siempre disponibles fuentes de energía suficientes, ojalá sin tener que depender de terceros.
De ahí la gran preocupación alrededor de que el tránsito a las energías limpias no implique exponerse a una escasez de este tipo, con el argumento de que los combustibles fósiles no deben usarse más. Estos últimos serán necesarios hasta cuando las energías alternativas sean totalmente sostenibles en el tiempo, y la realidad es que el mundo aún está lejos de eso.
En ese mismo sentido, también preocupa que se esté hablando en Colombia de preferir la importación de combustibles como el gas a su explotación local. Por ahora, no es una idea sensata dejar de explorar en la búsqueda de nuevas reservas en el subsuelo colombiano y, obviamente, lo ideal es mantener la explotación en los pozos que ya producen y en los que puedan aparecer en el futuro.
En este punto, hay que mencionar que durante el debate de moción de censura en contra de la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, fue revelado un contrato supuestamente relacionado con la importación, distribución y transporte del gas natural desde Venezuela, firmado el pasado 4 de noviembre con una firma española de abogados.
No obstante, horas después Ecopetrol aclaró que desde el 21 de diciembre de 2007 se firmó el Contrato de Suministro Internacional de Gas con la petrolera estatal de Venezuela, PDVSA, y que el nuevo contrato no trae nada nuevo, sino que corresponde a una especie de seguro frente a la sostenibilidad del equipo instalado en cumplimiento de ese contrato desde hace 15 años, y que corresponde a un gasoducto que ha sido usado eventualmente.
Lo cierto es que el hecho de traer gas desde Venezuela no debería escandalizar a nadie, si hacerlo resulta más barato que producirlo en el país, pero lo que no puede pasar es que se abandone la posibilidad de explotarlo en Colombia solo por un capricho ideológico de la ministra Vélez, que esta vez es casi un hecho que se salvó de la moción de censura, pero que sigue en el ojo del huracán por varias de sus declaraciones desacertadas.
Lo fundamental es que el Gobierno nacional tenga claro que la soberanía energética es clave para el desarrollo del país, y que no es un juego la imperiosa necesidad de tener reservas suficientes de gas y petróleo, no solo para exportar, sino para el funcionamiento mismo de todo el sistema productivo nacional. La importación de gas desde Venezuela puede hacerse, sin que ello implique que no podamos sacar de nuestro subsuelo las riquezas que existen. Tampoco se puede abandonar el avance hacia la transición energética.
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