El presidente Gustavo Petro y su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, acordaron en Caracas profundizar el proceso de normalización de las relaciones entre los dos países, luego de seis años de haber quedado rotas y de permanentes tensiones en la frontera, sin que se pudiera avanzar en la búsqueda conjunta de soluciones para los grandes problemas que afectan toda esa extensa franja binacional.
Es muy importante y significativo que Maduro haya aceptado analizar la propuesta de Petro en el sentido de que Venezuela regrese al Sistema Interamericano de Derechos Humanos, lo que ayudaría a que las innegables violaciones cometidas por ese régimen en contra de civiles y opositores puedan desaparecer. En ese sentido el llamado de los Estados Unidos a Petro para que le pida a Maduro que rinda cuentas sobre los abusos de su régimen, apuntaría a ese mismo propósito. También es positivo que Maduro considere retornar a la Comunidad Andina de Naciones (CAN), lo que también podría contribuir a la recuperación de la democracia en ese país. Para esto se necesitará, de todos modos, el beneplácito de Chile, Ecuador, Bolivia y Perú.
Otro punto esencial es que los dos mandatarios se hayan puesto de acuerdo en reforzar la lucha para la protección de la Amazonia, y que hubieran extendido la invitación al nuevo presidente brasileño, Luiz Inácio Lula, para que se integre a trabajar en la misma tarea, como una forma efectiva de hacerle frente al cambio climático y garantizar que el principal pulmón de América no se siga deteriorando. De hecho, es buena idea llevar una posición común en ese sentido a la COP27 (cumbre climática mundial), en Egipto, este año.
Lo más importante, sin embargo, es que ambos países puedan retomar la agenda binacional en materia comercial, económica, de seguridad fronteriza y migratoria, entre otros, ya que en cada uno de esos aspectos hay enormes problemas por resolver. En lo comercial, es un hecho que tras un mes de la reapertura de la frontera, como lo señaló el propio Petro, los resultados han sido mínimos, y se necesita un trabajo conjunto que revitalice el intercambio de mercancías de manera legal. La próxima reunión de empresarios de los dos países, en Cartagena, auspiciada por ambos gobiernos, es un buen arranque. En ese mismo sentido, urge la lucha en contra del contrabando y cerrar las trochas por las que fluye actualmente la ilegalidad.
Esto va unido a una estrategia conjunta que debe construirse para reducir los niveles de violencia e inseguridad en esa zona, en donde la lucha contra el narcotráfico y el golpe a las mafias que cometen toda clase de crímenes en la frontera sean prioridades para ambos países. Maduro deberá probar, con actos, que no es cierto que su régimen proteja a esos delincuentes y que es posible tener una estrategia conjunta que acabe con la violencia que se ha tomado los departamentos limítrofes de ambos lados.
Este camino que vuelven a emprender unidos Colombia y Venezuela debe conducir a que más temprano que tarde se pueda avanzar en dirección a que en el vecino país sean llamadas elecciones generales, y que estas puedan desarrollarse con todas las garantías democráticas, para que los venezolanos libremente escojan su destino, sin las imposiciones y autoritarismo que les ha tocado padecer durante la década reciente.
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