Mientras el alcalde de Chinchiná, Eduardo Andrés Grisales López, que estuvo hospitalizado por problemas coronarios, se paró de su convalecencia para asistir y participar el lunes en el Puesto de Mando Unificado al que convocó el Departamento para definir, planear y gestionar acciones con respecto al cambio de actividad del Volcán Nevado del Ruiz, otra historia es la del alcalde de Manizales, Carlos Mario Marín Correa, quien justo en estos días decidió motu proprio ausentarse de la ciudad para disfrutar de su periodo de vacaciones.
Si bien no hay nada ilegal en la determinación de Marín, porque la ley lo faculta a que determine cuándo y dónde ejerce el derecho a descansar, lo que es reprochable y ha causado indignación de la ciudadanía es que justo en este momento de alerta en la región por una probable erupción del volcán en días o semanas, y conociendo de esta situación, haya hecho maletas y sin anunciarlo a sus gobernados se encuentre fuera del país. Es un asunto de ética pública, que palabras más palabras menos está relacionada con la disposición de cualquier funcionario para cumplir a cabalidad lo que le señala la Constitución y la ley en términos de eficiencia, integridad, transparencia y sentido del bien común.
La Administración y el propio alcalde dirán que no hay ninguna falta y que parece exagerada la reacción ciudadana, porque en el Decreto 0148 del pasado 27 de marzo se nombró a Cristian Mateo Loaiza Alfonso, secretario de Movilidad de Manizales, como alcalde encargado y es quien ha estado asistiendo a las reuniones relacionadas con la situación del volcán. Pero una cosa es tener a un alcalde en propiedad, con su imagen y dignidad, para que en casos de coyuntura como estos haga las gestiones ante instancias nacionales e incluso internacionales si hiciese falta, y otra muy distinta que Manizales esté representada por un funcionario al que no se le desvincula siquiera de las funciones propias de su cargo, ni goza del mismo estatus.
No ha sucedido nada grave con el volcán, es cierto, pero pudo ser lo contrario. Qué tal que el Ruiz, como lo ha venido mostrando en sus signos volcánicos, sí haya hecho una erupción, más fuerte incluso que la de 1985 que desapareció a Armero (Tolima) del mapa y dejó por lo menos 25 mil muertos, y Manizales, que es la capital del departamento de Caldas, no cuente con su alcalde titular porque está de vacaciones. Lo que estamos viviendo requiere de que los gobernantes de los municipios ubicados en zona de riesgo volcánico den muestras de responsabilidad, buen tino para tomar decisiones y disponibilidad para actuar en conjunto como lo ha venido haciendo y liderando el gobernador de Caldas, Luis Carlos Velásquez Cardona.
Para irse fuera del país a vacaciones el alcalde Marín no tenía que pedirle permiso al Concejo, pero los concejales desde sus tribunas, al menos los de Gobierno que son más cercanos a él, sí debieron haberle hecho un llamado a la cordura e insinuarle que la ciudad y la región Centrosur requieren de su presencia. Esto lo que está demostrando es una falta de liderazgo en lo público. Así como el alcalde de Chinchiná dio ejemplo, también lo dio el comandante de la Policía Metropolitana de Manizales y Villamaría, Diego Enrique Fontal Cornejo, quien salía el 1 de abril a vacaciones y regresaría el 1 de mayo, pero las canceló en el entendido de que sabe que es pieza clave para un momento de crisis como este.
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