Los grupos significativos de ciudadanos fueron una opción para abrir las puertas a quienes no tienen un partido político detrás que los respalde para sus aspiraciones a cargos de elección popular o es la oportunidad para quienes habiendo aprovechado las estructuras políticas, temen que hoy ya no les den votos. En todo caso, fue la salida que encontró la democracia en Colombia para intentar equilibrar la balanza de los rebeldes con los disciplinados de las estructuras políticas. La recolección de firmas es un proceso complejo.
El caso del exsecretario de Deportes de la actual Alcaldía, y en este momento candidato en pausa de ocupar el principal cargo de la ciudad, Carlos Alberto Arias, muestra los retos de este sistema. Este abogado ha argumentado que la recolección de las rúbricas no solo la hizo de manera profesional, sino que con base en una revisión de los datos se presentaron suficientes y en tiempo; sin embargo, la Registraduría no lo vio así y lo dejó por fuera de toda aspiración y de manera extemporánea, lo que de entrada muestra un problema. Si hay un plazo para entregar las firmas, debería haber también uno para la entidad, previo a la inscripción, para entregar el resultado y no perjudicar de esta manera a una candidato, sea el que sea, pues ya no tiene alternativa de acudir a un aval como posible oportunidad de lograr la candidatura.
En varios municipios de Caldas y en la misma Manizales, otras candidaturas debieron renunciar a la posibilidad de las firmas, al percatarse de las dificultades que esto entraña y al darse cuenta de que este proceso es exigente, que debe serlo, y que puede no resultar bien, pues no basta la cantidad de firmas, ya que hay unos requisitos mínimos de forma que deben cumplirse a pie juntillas, que van desde el color del lapicero, el tamaño de las casillas en las que se recogen las firmas y la aparición de los firmantes en el censo electoral, para evitar posibles fraudes. Otros que logran pasar las firmas se dan cuenta al final de que una vez aprobadas, deberán pagar una póliza para garantizar que son candidatos serios, pero cuesta mucho dinero para ellos.
La falta de que la ciudadanía se informe y se forme mejor también es parte de los altibajos del proceso de los grupos significativos de ciudadanos. Hay cierto tufillo a complacencia en quienes le firman a cualquiera sin importar si coincide con los ideales que buscaría en un candidato, también hay algo de irresponsabilidad en no seguir las recomendaciones de quienes piden firmar, pues es un daño que se le hace a la potencial campaña que busca sacudirse de las maquinarias tradicionales.
Ojalá la Registraduría resuelva pronto el asunto del candidato hoy en ascuas y lo haga en franca lid. Si hubo errores en la revisión, que se corrijan y si no, que los explique in extenso para darles tranquilidad a las campañas. Porque en el juego democrático es importante que se den oportunidades iguales a todos y que haya claridad en las decisiones, eso es lo primero, después vendrá lo demás.