Las emociones que despertó el equipo femenino de mayores de fútbol es apenas una muestra de lo que un grupo de colombianas creyentes en sus capacidades y en las realizaciones colectivas ha sabido demostrar. A pesar de la eliminación, en cuartos de final en el Mundial que se cumple en Nueva Zelanda y Australia, ante una Inglaterra que no las pasó por encima, se vio a unas mujeres convencidas de que pueden llegar más lejos y de que no se apocan ante las potencias. Y se han encargado de dejar claro ese mensaje, que la ambición de conseguir mayores logros sigue presente.
Lo más destacable de este grupo y que se lo reconoce el país entero es que lo logrado ha sido cuesta arriba, a pesar de los dirigentes del fútbol colombiano y no, cómo debería ser, con su apoyo. No se puede olvidar que hay jugadoras vetadas por la Federación de Fútbol por levantar la voz para reclamar lo justo y para denunciar abusos que se cometieron en algún momento. Acostumbrados a esconder las cabezas como el avestruz, en lugar de asumir responsabilidades, los hombres que manejan el fútbol en Colombia repitieron el libreto al que nos tienen acostumbrados, cerrar filas contra quienes cuestionan sus métodos, restarles importancia a serias denuncias y bloquear las posibilidades de las atletas que osaron cuestionar.
Decir que en Colombia hay oportunidades para que las jugadoras de fútbol puedan soñar con hacer de su talento una carrera es ser muy optimistas. los casos de las pocas futbolistas que no han tenido que mantener un trabajo alterno para poder mantenerse vigente así lo demuestran y han logrado romper el techo de cristal, pero es necesario que esto lo puedan decir la mayoría. Gracias a su propio talento algunas han logrado llegar a clubes de otros países en donde tienen ligas competitivas durante todo el año, donde reciben salario sin interrupción, donde cuentan con las prebendas típicas que recibe cualquier profesional.
Unas cuantas en Colombia pueden formar parte de manera más o menos estable de algún equipo, pero aún sin las garantías laborales mínimas que se les deberían reconocer como a sus pares masculinos. La falta de una Liga Profesional permanente y el haber dejado a la mera voluntad de los equipos el mantenerlos son otros obstáculos a la ya difícil carrera que tienen. Hay que anotar que hoy están lejos las distancias que se tuvieron cuando estas mujeres empezaron a competir fuera del país, los títulos internacionales en clubes, las muy buenas participaciones en selecciones son la muestra de que el talento está, falta el apoyo de dirigencia, de la Nación que se ha aparecido por momentos y de la hinchada, que empieza a crecer a entusiasmarse con estas mujeres que son ejemplo de profesionalismo para todos. Esa pasión que le ponen a cada juego y el esfuerzo en cada práctica para lograrlo sería bueno que algunos hombres que ejercen la misma profesión la desarrollaran.
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