En el 2021, al parecer por efecto de la pandemia, el índice de lectura en Colombia subió a 2,7 libros por año, según la estadística del DANE y de la Cámara Colombiana del Libro. Sin embargo, a pesar de seguir siendo una cifra muy pobre, comparada con otros países alcanzó a haber ilusión de que podía seguirse mejorando, pero se redujo de nuevo el año pasado a 1,9 por persona, de acuerdo con el mismo estudio. La pobre estadística tiene muchos orígenes, pero sobre todo, tiene muchos efectos en la falta de un país más pensante y tan polarizado, tan poco dado a darle espacio a la opinión contraria.
Leer implica la capacidad de concentración para obtener lo mejor de la lectura en que cada quien se sumerge. No obstante, de acuerdo con los resultados de lectura crítica en pruebas como las Saber y las Saber Pro, se trata de una competencia que está lejos todavía de estándares idóneos e internacionales. En las estadísticas de la OCDE, estamos en esta medición en el último lugar. El asunto es que para pensar mejor, no basta con leer y entender, sino que hay que dar pasos hacia inferir y trascender a reflexionar con el contexto en el que se vive o con otras lecturas, para poder desarrollar luego creatividad y pensamiento nuevo.
Mañana se conmemora un día más del Idioma Español y coincide con la realización en Bogotá por estos días, como cada año, de la Feria de Libro. Corferias se llena con miles de asistentes de todas las edades y con centenares de escritores y editoriales, es un momento en el que se da cuenta que el gran problema de la estadística es que quienes tienen el hábito de la lectura seguramente están muy por encima del promedio final, pero que quienes no leen de manera regular son muchísimos más. Por este motivo, es poco todo lo que se haga en función de lograr más y mejores lectores, lo que trae solo cosas positivas para la sociedad y la democracia, además de la fruición personal con la lectura.
En una sociedad donde la desinformación hace carrera, donde los políticos y ciertos líderes de opinión lanzan especias sin ningún soporte real, la lectura es un arma para combatir ese mal de nuestros tiempos. Por este motivo, es que lamentamos cada tanto que en Caldas la promoción del libro sea casi inexistente para el Departamento y sea nula en el caso de Manizales. Que solo se limiten a llenar bibliotecas con textos, pero no a procurar mantenerlas abiertas ni gestionar para que sean usadas. Un buen desempeño en lectura crítica nos daría también líderes más competentes con seguridad.
Los materiales con los que se hacen los libros en este país de impresores son caros y el costo es uno de los inhibidores de lectores. Por eso hay que apoyar todas las iniciativas para que los textos circulen, para que las bibliotecas permanezcan abiertas y vayan hasta las comunidades, para despertar esos lectores que temen llegar a lugares en los que se pueden sentir intimidados. Todos a Leer, programa promovido por la Fundación Lúker, y que le ha valido varios reconocimientos internacionales, ha demostrado con creces que la lectura es la mejor forma de mejorar otras competencias en las aulas y para hacer mejores ciudadanos. Por qué cuesta tanto replicar lo que bien funciona. Es hora de leer más y mejor.
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