“Chuchuchú”, dijo el presidente Petro en una entrevista para expresar la forma en que iban a empezar a caer, una tras otra, las EPS en el país. No es un Gobierno amigo de estas empresas y con reforma a la salud o sin ella iba a suceder, lo que empezó el mismo día en que el Senado hundió el proyecto de ley. Con el chuchuchú ya van cuatro EPS intervenidas, las más grandes en afiliados, aunque no son las primeras. Uribe, Santos y Duque también lo hicieron.
La prioridad del servicio de salud tienen que seguir siendo los usuarios y para eso operan las IPS (hospitales, clínicas, entre otros). Resulta fatalista considerar que todos van a correr la misma suerte. De tontos sería dejar a 50 millones de colombianos sin cobertura. Las IPS deben ajustarse, como han hecho en gobiernos anteriores, y seguir funcionando. Reducir servicios movidas por el pánico, no debe ser la estrategia.
Esto lo decimos por la clínica San Marcel en Manizales, que depende de Confa Caldas. Junto a las otras clínicas de la ciudad y los hospitales es un activo en salud importante. Es una contribución de Confa a sus afiliados (empleadores y empleados, que son la razón de ser de la Caja porque vive de sus aportes), pero sirve a toda la región. Es cierto que esta clínica en los dos últimos años, al disminuirse el número de contratos y el flujo de caja en el sistema, no ha logrado cristalizar alianzas que le den mayor estabilidad, pero también es verdad que Confa no ha perdido plata, así haya hecho inversiones en camas y equipos, calculadas en por lo menos $7 mil millones, para un negocio que se dañó con la IPS Idime que obligó a desescalar en camas y servicios.
En sus mejores días, San Marcel alcanzó a tener habilitadas 80 camas y ahora tendría 50 menos. Una sola que se cierre es fatal para el sistema local, que funciona con lo justo. La entidad representa una oferta importante en la mediana y la alta complejidad, es clave en resolver eventos traumáticos relacionados con accidentes de tránsito y en generar soluciones de urgencias en cuidado pediátrico. Liquidar no debería ser una opción que se contemple, si se piensa con sentido de ciudad.
No es disminuyendo la oferta como se va a resolver el problema creado con la intervención de EPS, pero tampoco se puede dejar sola a esta clínica, hay que arroparla y ayudarle a trazar el camino. Confa, basado en la flexibilidad de la red de salud, debería adaptarse y abrir de nuevo las camas porque se necesitan, lo hizo durante la pandemia con resultados excelentes. Es el tiempo de soluciones innovadoras, qué tal pensar en alianzas con otras instituciones para fortalecerse, en lugar de debilitarse. Si San Marcel se liquida empezaríamos a experimentar colapsos, se perderían quirófanos, UCI, urgencias, unidades de cuidado crítico y se estrecharían todos los servicios de salud en la ciudad.