Dejó al descubierto que cada problema estructural del país está desatando una batalla por el relato ideológico, que puede ser tan lesivo como los bloqueos porque se está instaurando en lo más profundo de la sociedad y termina agobiándola.
Los cuatro días de bloqueo de vías en Colombia no pueden pasar en vano. Son millonarias pérdidas difícilmente cuantificables porque afectaron la cotidianidad de la mayoría de ciudadanos y las actividades productivas del país, pero a la vez quedan lecciones para la vida administrativa, política y social. Fueron días de una ascendente parálisis, con lo que los camioneros demostraron que ejercen una posición dominante en la estructura económica nacional y de lo que son capaces, que en el fondo no pueden verse como cualidades porque prefirieron las vías de hecho, impidiendo la libre locomoción, antes que valerse de acciones menos agresivas para llamar la atención del Gobierno con el que necesitaban pactar.
El Gobierno nacional, por su parte, también mostró que sigue siendo inexperto al permitir que se haya llegado a estas instancias de protesta y no haber acordado desde mucho antes con los transportadores, porque llevaban meses discutiendo los aumentos que indefectiblemente se le tiene que hacer en el país al precio del ACPM, tal y como ha sucedido con la gasolina. No obstante, hay que reconocerle al Gobierno, ya como resultado de las negociaciones de los últimos dos días, un avance al descongelar el precio de este combustible después de tenerlo suspendido por años. Ahí hay pistas de la ruta para salir de coyunturas como esta, actuando pronto y de forma decidida.
El deseo como país es que el Gobierno cumpla cabalmente las promesas que en 14 puntos pactó con los camioneros, en los que están dos incrementos en un total de $800 hasta diciembre y suspender las alzas del ACPM hasta que se logren las transformaciones económicas estructurales en los servicios de transporte de carga y de pasajeros. Además de otras cuestiones relacionadas con la revisión del sistema de costos de este tipo de transporte y con mejoras laborales. No puede haber lugar a quebrantar o eludir lo acordado, excepto fuerza mayor, porque sería fatal que el sector vuelva a reactivar los bloqueos por esta causa.
El paro también dejó al descubierto que cada problema estructural del país está desatando una batalla por el relato ideológico, que puede ser tan lesivo como los bloqueos porque se está instaurando en lo más profundo de la sociedad y termina agobiándola. Durante estos días hubo reacciones de ciudadanos, instituciones, gremios, políticos, funcionarios y exfuncionarios opinando contra el Gobierno o los transportadores y otros en su defensa; algunos con soluciones que parecieron sacadas del sombrero, pero en últimas que llevaron a alimentar el enfrentamiento, en especial por por redes sociales.
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Tampoco fue bien visto que el presidente Petro haya evadido hablar del paro de los camioneros en su alocución de esta semana, cuando el país lo que esperaba era escuchar su posición y que contara lo que estaba haciendo su Gobierno para salir del problema. Tampoco ayudó de su discurso radical, al asegurar que era un paro del sector empresarial, desconociendo que era promovido por las bases de los camioneros. Más errores que aciertos en estos cuatro días, porque también hicieron su agosto los especuladores de precios, los que guardan las mercancías y los que aprovechan cada situación crítica para hacer ver el caos.
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