Este martes 15 de noviembre se cumplen los primeros 100 días del gobierno del presidente Gustavo Petro, en los que la percepción general es que su gestión ha sido más positiva que negativa. Había muchas prevenciones acerca de lo que podría significar su gobierno, y pese a que apenas arranca, hasta el momento ha mostrado sensatez. Es cierto que persisten algunas situaciones que causan preocupaciones en diversos sectores, pero el mandatario se ha mostrado receptivo y pragmático, por lo que esperamos que las más delicadas decisiones pendientes las tome con cabeza fría.
Durante este arranque, Petro fue hábil al lograr la aprobación de dos proyectos fundamentales para cimentar su obra de gobierno. Por un lado, la reforma tributaria que le garantizará recursos para financiar su Plan Nacional de Desarrollo, y por el otro la Ley de Paz Total que le da herramientas para trabajar por la pacificación general del país. Ambas iniciativas pueden tener profundas repercusiones sociales que, si salen bien, pueden ser positivas para Colombia y su futuro. También logró en este tiempo dar el paso para normalizar las relaciones con Venezuela, lo cual es bien visto, en general, por los colombianos.
No obstante, todavía persisten las preocupaciones por lo que podría ser un tiro en el pie para el país, en el caso de que se concrete el final de las exploraciones y explotaciones de hidrocarburos en Colombia. Desde el Ministerio de Minas y Energía se ha insistido en ese asunto, claramente inconveniente para las finanzas del país e ilógico para una nación que recibe la mayor parte de sus recursos de ese sector productivo. Lo que se espera es que Petro corrija, y mientras siembra la semilla del fortalecimiento de las energías alternativas, mantenga el vigor de la industria petrolera, que es la que puede aportar el dinero que se requiere para la transición energética.
Los primeros 100 días corresponden a un periodo de tiempo simbólico en el que se comienza a perfilar lo que será el resto de la administración de un gobernante, y por eso también hay firmas encuestadoras que ejecutan mediciones del clima de opinión, para observar lo que piensan los ciudadanos de quien detenta el poder. En las diferentes encuestas publicadas, Petro tiene una imagen más bien positiva, aunque no suceda lo mismo con los miembros de su gabinete, que en general salen rajados en las calificaciones.
Teniendo en cuenta el difícil entorno mundial, en el que la inflación se ha convertido en el peor flagelo de todas las economías, lo que ha llevado a un encarecimiento del crédito y un esfuerzo por quitarle dinamismo a los mercados a base de restringir la circulación del dinero, la situación local no puede ser muy diferente. En ese manejo ha faltado prudencia en algunos casos, con un Twitter demasiado activo del presidente, que a veces parece más un candidato en campaña que un mandatario, y una descoordinación en las declaraciones de sus ministros, que se contradicen y envían mensajes confusos que enrarecen el ambiente.
En medio de tantas incertidumbres en materia económica, es difícil ser optimistas del futuro del país, y más cuando el propio Petro ve cercana una recesión. En eso hay que manejar mejor las expectativas, pues si se pierde la confianza el desastre no estará lejos. Hay que hacer votos para que avance la solución de asuntos clave como el empleo, el equilibrio económico y la equidad, y a la vez alcanza metas en seguridad y en la lucha contra la corrupción. Esperamos, en realidad, que el presidente no se equivoque y que mantenga la sensatez y prudencia que son básicas en un gobernante.
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