Son gratificantes los resultados en seguridad que se han dado en Manizales desde tiempo atrás y con tendencia a la mejora, de acuerdo con las estadísticas presentadas por la Policía. En homicidios estamos cerca de llegar a la tasa promedio mundial por 100 mil habitantes. Aunque aún hay problemas en lugares muy concentrados para los que no se ha encontrado una solución integral que permita que la seguridad la podamos disfrutar todos, es evidente que al compararnos con otras ciudades del país no es exagerado decir que aquí vivimos en un remanso de paz. Hay que decirlo, un remanso, que a veces nos hace perder la perspectiva del país en el que vivimos.
Dicho lo anterior, debemos anotar que preocupa la cantidad de bandidos de alto nivel que se refugian en nuestra ciudad. En los últimos siete años son ya siete los extraditables que han caído aquí. No es un dato menor para un lugar donde nos gusta alardear de que no tenemos estructuras criminales. El más reciente caso se presentó esta semana en el barrio Chipre, donde las autoridades nacionales, con un grupo especializado de la embajada de los Estados Unidos, capturaron con fines de extradición a Víctor Hugo Cardona Londoño, quien fungía como comerciante. Su delito, concierto para delinquir y tráfico de drogas ilícitas. Aunque es un proceso que está en curso, queremos mostrar que hay otras formas en que la inseguridad puede tocar a nuestras puertas: una de ellas es la tolerancia con el crimen organizado.
A estos publicitados casos se suman los de otros personajes, no pedidos en extradición, pero de igual o mayor hoja de vida criminal, como un temido jefe de sicarios. Esto nos debe llevar a reflexionar sobre la importancia de hacer comunidad para conocer mejor quiénes son las personas que comparten nuestros espacios. La cantidad de casos de este tipo presentados en Manizales son una muestra de que las autoridades cumplen su labor y, al tiempo, nos recuerda que de alguna manera la calma de nuestro territorio termina por ser un lugar de acogida, sin proponérselo, para delincuentes de este calibre.
Un mal contemporáneo es el relajamiento de los controles sociales, con el argumento de que todo es válido y de que no nos metemos en la vida de los demás, lo que tiene su cara positiva. No obstante, tampoco podemos ser tan tranquilos de no prestar atención a los detalles evidentes y que prefiramos hacernos los de la vista gorda. Si han sido hallados estos personajes, puede haber más. Vale la pena recordar que a finales de los años 80 empezaban grandes problemas de seguridad en el país por cuenta de los carteles de la droga y por la expansión de las guerrillas, y en Caldas decíamos que aquí apenas teníamos unos coletazos.
El no tomar precauciones nos llevó a que en los 90 viviéramos los años más violentos de nuestra historia, porque llegaron guerrilla y paramilitares y nos trajeron la guerra. Por eso es importante frenar a tiempo fenómenos que pueden terminar por complicarnos la vida. Las autoridades están actuando, bueno sería que los ciudadanos también hiciéramos lo propio con denuncias oportunas y colaboración, para que se dé con el paradero de otros de estos delincuentes si se tiene sospecha de su presencia en nuestras vecindades.