En un largo discurso de instalación de sesiones en el Congreso de la República, el presidente Petro dejó mensajes que siguen dividiendo al país. Se esperaba que fuera una intervención conciliadora, animada en ganar mayorías entre senadores y representantes a la Cámara porque se viene un periodo en el que se discutirán las reformas más trascendentales para la Nación. Sin embargo, Petro sigue insistiendo en la teoría de los bandos, que alimenta la dañina polarización que tenemos engendrada. Además, el mandatario entregó de soslayo datos de los casi 12 meses de Gobierno, aunque buena parte de la ciudadanía esperaba cuentas más detalladas de lo que han hecho.
El presidente acudió a su tesis sobre crisis climática, como lo ha hecho en escenarios internacionales, y se puede decir que ahí es consecuente con lo que viene diciendo desde campaña, al querer hacer de Colombia una Potencia Mundial de la Vida, basada en la justicia ambiental y social. No obstante, preocupa que insista en que hay que descarbonizar ya la economía como única manera de superar esa crisis y mejorar, eso es dejar de producir petróleo y carbón porque su demanda en el mundo, asegura, viene cayendo. Es cierto cuando dice que hay que transitar a energías limpias basadas en el sol, el viento y el agua, incluso para el sector productivo y la movilidad, pero esa transición debe ser paulatina como le han reiterado.
Petro es consciente de que no lo puede hacer solo y por eso propuso un acuerdo nacional para sacar adelante sus reformas, aunque no habló de las relacionadas con el sistema de salud y el de pensiones que tienen trámite pendiente y siguen enredadas. Tampoco precisó si el Gobierno volverá a insistir con un nuevo proyecto de reforma laboral, porque el que presentaron terminó hundido en la pasada legislatura. El presidente anunció que como parte de la justicia social radicarán la reforma agraria, para desarrollar por fin el capitalismo en Colombia y acabar con el anacronismo en la tenencia de la tierra. Su objetivo, aseguró, es que hasta el último metro cuadrado debe ser destinado a la producción de alimentos.
Sostuvo que está llegando a su fin la guerra entre el Estado y la insurgencia y eso le valió que le gritaran mentiroso en el Capitolio Nacional mientras disertaba. Una vez concluyó su discurso de casi dos horas, congresistas de la oposición le recordaron que el país aún vive en guerra, que la violencia se ha recrudecido con masacres, secuestros y atentados a la fuerza pública y a la sociedad civil, a pesar de los intentos del Gobierno por llegar a una paz total. Razón tienen, porque no se puede ver lo que ocurre en Colombia con ceguera selectiva. Hay que reconocer que en cuestiones de paz y resolución de conflictos estamos todavía empezando.
A sus opositores se refirió como los que tuvieron el poder, y les dijo que es el momento de ceder para construir un país más equitativo. Claro que sí y ahí también el presidente se pronuncia enfocado en su anhelo de la paz total. No obstante, en las intervenciones finales de la oposición le dejaron claro que todo lo que dijo es parte de un discurso que lleva un año transitando, pero sin resultados, y eso también es parte de la construcción de la paz para Colombia. Ya es hora de que el Gobierno nacional pase de la retórica a la ejecución y se lo empiece a contar al país.
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