En plena campaña electoral, hace un año, la Fiscalía dio a conocer lo que terminó por ser el proceso conocido como Las Marionetas, una red de corrupción liderada por el senador liberal caldense Mario Alberto Castaño Pérez y que se había convertido en una organización criminal para apoderarse de recursos públicos nacionales y regionales. Hasta el día de hoy van 37 personas detenidas, vinculadas a este asunto, entre los que se cuentan cuatro alcaldes y un exmandatario caldenses que además dejaron traumatismo administrativo en sus municipios. El asunto es que la investigación continúa y seguramente este número aumentará en la medida en la que se avance en otros frentes que han sido mencionados en las audiencias por la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia.
Los logros del ente acusador en este caso, en el que ha logrado demostrar con una minuciosa investigación que implicó, con toda legalidad, la intervención de los teléfonos de fichas clave de este entramado, demuestran que cuando hay voluntad de atacar la corrupción se tienen las herramientas para lograrlo. No se necesitan unidades especiales ni salas diferenciadoras nuevas en la Corte Suprema de Justicia para llegar al fondo. Las normas con las que se cuentan son suficientes, se necesitan son fiscales comprometidos, conocedores de los intríngulis de la investigación, que sean verdaderos directores de los casos, y de esa manera, torcerle el pescuezo a quienes se amparan en la impunidad reinante para sus fechorías. Esta investigación debería estudiarse en el ente acusador como caso emblemático para replicar su método y cerrarles el cerco a corruptos como Castaño y su séquito.
Hay ciertas formas en la política que se parecen mucho a los estilos traquetos que se han impuesto en el país. Alardear del dinero que se tiene, caminar con un séquito de escoltas, hablar desparpajadamente de la capacidad de incidir en las decisiones públicas en muchos lugares, hacerles saber a servidores que deben hacer lo que se les mande. Lo que se ha ido probando en folios judiciales son cosas que se repiten en muchos círculos políticos y en varias microempresas electorales. Esto ha sido así por la falta de que haya más procesos llevados a buen puerto como el de Las Marionetas, del que seguimos esperando noticias de otras alcaldías del país y de instituciones territoriales y nacionales. El poder de ese senador lo consiguió por su capacidad de influir en el presupuesto Nacional, porque alguien cohonestó en la capital de la República.
Ojalá se mantenga el ritmo de esta investigación para que respondan con prontitud todos los responsables, los capturados y los que están pendientes de ser metidos en este saco. Se hace necesario tener claridades de cara a las elecciones regionales de octubre. Recuperar la confianza en lo público empieza por actuaciones como esta de la Fiscalía, que prueba con hechos que no debe haber intocables. También hace pensar que quien denuncie va a tener eco en el ente acusador. También nos llama la atención a los ciudadanos del estilo de Las Marionetas. Si vamos a celebrar la política del clientelismo, acompañar a a quienes en sus maneras demuestran que la probidad no es lo suyo, o si optamos por volver a darle a la política su esencia, la de servir al país con ánimo de favorecer el bien común, no el bolsillo de unos cuantos.
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