Están sucediendo cosas positivas en Manizales y hablar de ellas es una manera de fortalecerlas y visibilizarlas para que se comprendan y se asuman mejor por todos los interesados e involucrados. La semana pasada el Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario publicaron los resultados del Índice de Competitividad de Ciudades 2024, que evalúa cómo han sido las actuaciones de las 32 ciudades capitales de Colombia en esta materia. El área metropolitana de Manizales, que incluye a Villamaría, alcanzó el quinto puesto a nivel nacional, por encima de Barranquilla y lidera en el Eje Cafetero.
Ser competitivo significa que existen una serie de factores y condiciones que favorecen el establecimiento, desarrollo y crecimiento de las empresas en la región y que son viables las dinámicas económicas exitosas. Los inversionistas y empresarios serios no buscan que les regalen las cosas; buscan certeza y agilidad de respuesta en la atención de sus solicitudes y trámites, regiones con capacidad institucional completa e integral para brindarle a la ciudadanía garantías y resultados. Ser competitivo es una ventaja demasiado importante, representa la posibilidad de resultar atractivo para nuevos negocios, proyectos, inversiones y empresas, lo cual se concreta a partir de una acción integral en desarrollo de políticas y acciones administrativas y que integren a diferentes actores como la academia, los gremios y las asociaciones de profesionales.
Manizales y Villamaría ocuparon el sexto lugar en el Índice del 2023 y subir un puesto representa un gran logro si se toma en consideración lo manifestado por el Consejo Privado de Competitividad en relación con la medición de 2024, la cual no puede compararse tan directamente con las anteriores pues el índice de este año se compone en su totalidad por indicadores duros y no de percepción; es decir, fue elaborado con información de fuentes oficiales del orden nacional. De todas maneras, las cifras se convierten en un toda una invitación a la acción conjunta para la promoción y el impulso económico de la región.
Se deben destacar las mejoras, frente al contexto nacional, en pilares de mercado laboral e innovación, salud, adopción de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), educación y formación para el trabajo, y sofisticación y diversificación que son las que nos están haciendo más fuertes. Persisten calificaciones bajas en infraestructura, por la cobertura efectiva de gas natural y el alto costo de la energía eléctrica; en pasajeros movilizados vía aérea y en conectividad, por obvias razones frente a las debilidades de nuestra infraestructura aeroportuaria; en educación básica y media, por problemas de cobertura y deserción escolar, y en el pilar de instituciones, en lo que se hace un llamado a las nuevas administraciones a mejorar su capacidad de recaudo y procesos de contratación pública.
Es fundamental y absolutamente clave que esta medición se convierta en insumo de una agenda estratégica para las alcaldías y la Gobernación, de tal forma que se aborden los factores con los que podemos seguir mejorando nuestra competitividad, pero además y de mayor trascendencia, lo asuman como una realidad que debe seguir siendo alentada y aprovechada de tal forma que se traduzca en crecimiento y en mejor desempeño económico, para lo cual, insistimos en la necesidad de profundizar las relaciones y la gestión conjunta entre gobiernos, instituciones, gremios, empresarios, academia y ciudadanía. Las ciudades más competitivas por lo general también son los mejores vivideros.